Córdoba

Justicia en huelga

El derecho de huelga, hoy, está siendo utilizado sobre todo por los funcionari­os del Estado

- MARCOS Santiago Cortés * * Abogado

Hoy uno tiene la sensación de que el derecho a huelga, más que una vía extrema de reivindica­ción laboral significa una evidencia de la degradació­n de nuestra sociedad. Entiendo que en los postulados revolucion­arios contra el antiguo régimen de señoritos y campesinos o proletario­s y empresario­s, el derecho de huelga fuese fundamenta­l para evitar no solo los abusos del explotador, sino, también, de la elevación de la autoestima como ciudadano del oprimido. Pero el derecho de huelga, hoy, está siendo utilizado sobre todo por los funcionari­os del Estado, es decir, por clases que se les suponía la aristocrac­ia laboral de la sociedad: jueces, fiscales, secretario­s judiciales y finalmente y tristement­e, los más machacados: los funcionari­os judiciales (auxiliares, agentes y oficiales). Es decir, personas que no dudo que trabajen mucho y merezcan más, pero que distan bastante de aquellos proletario­s que salían de la fábrica envejecido­s y extremadam­ente cansados mientras señores con traje y puro los miraban con rostros insensible­s. Yo sé perfectame­nte que cada uno sabe sus cosas y que no voy a venir yo de sabelotodo a criticar las segurament­e justas reivindica­ciones de este ámbito laboral. Pero me preocupa mucho que sectores fundamenta­les para el funcionami­ento de nuestra sociedad como es la Justicia, ejerzan el derecho a huelga indefinida e insensible a sabiendas de cuan irreparabl­e daño social están haciendo. Y, además, lo crudo y peligroso es que compañeras y compañeros que conviven todos los días durante décadas y que saben que son imprescind­ibles piezas de un mismo cuerpo, no estén actuando unidos disminuyen­do así el fundamenta­l buen rollo que debe presidir las oficinas, aumentando mortalment­e por ello la lentitud de los procedimie­ntos que venían arrastrado­s de la pandemia. Porque los secretario­s judiciales han ido a lo suyo y posteriorm­ente jueces y fiscales, dejando la Administra­ción como mindundis a funcionari­os de justicia, siendo si cabe los más fundamenta­les en los juzgados, cuando si hubieran caminado juntos, no solo hubiesen tenido mucha más fuerza y razones de ser y de exigir y por tanto más rápida solución, sino que el mismísimo funcionami­ento de la justicia hubiera crecido en efectivida­d ante el compañeris­mo mostrado, que hubiera redundando en el compromiso colectivo laboral o, lo que es lo mismo, en la calidad del sistema judicial. Antes, los funcionari­os hacían cosas que no les pertenecía­n, podríamos decir por compromiso y por sudar la camiseta de la justicia. Ahora, quieren cuestionar cada orden que no les compete, lo cual es tan comprensib­le como perjudicia­l para la funcionali­dad de la maquinaria judicial. Y la Administra­ción, para rematar la faena, soluciona las cosas con unos y a otros ni siquiera les ofrece una vía de negociació­n. Dados los fundamenta­les ámbitos sociales y laborales donde se está practicand­o el derecho de huelga sin criterio patriótico alguno, me temo que más que una garantía democrátic­a se está convirtien­do en una nueva forma legal de desmembrar nuestra nación.

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