Un hervidero junto al río
Centenares de jóvenes se aglomeran en el Balcón del Guadalquivir, como sucede habitualmente, para beber en comunidad El tradicional ritual pone el broche a una gran jornada de miércoles en El Arenal ☰
Atardecer junto al río, entre botellas y jóvenes de la misma edad, es tradición del miércoles de Feria en Córdoba. El buen tiempo, que ofreció ayer un cielo abierto y una temperatura suave ya al final de la tarde, puso las condiciones apropiadas y la juventud cordobesa hizo suya la costumbre.
Centenares de jóvenes volvieron a aglomerarse en las terrazas del Guadalquivir para beber en comunidad. No faltaron durante la jornada de ayer las camisetas de grupo, los mensajes originales ni las copas. Así, los chicos y chicas, enfundados, fueron bajando a las cercanías del río en torno a las 19.00 horas.
Aunque horas antes podía verse a algún grupo suelto guardar sitio en la zona -puesto que horas después era imposible, como sucede habitualmente, encontrar hueco-, no fue hasta última hora de la tarde cuando ese hervidero llegó a su temperatura máxima.
La noche estaba en el botellón y el botellón era protagonista de la noche del miércoles. Por eso, antes de pisar el albero, como los futbolistas antes de entrar al partido, resulta un ritual,
entre jóvenes y algunos más crecidos pasarse por el Balcón del Guadalquivir para compartir un rato con conocidos. Y ambientarse de cara a una de las noches más bulliciosas de la fiesta.
A su vez, por eso, resulta de las jornadas más esperadas de la celebración. La Feria transcurre por su
ecuador y el cierre, al igual que el comienzo, parece marcado por las precipitaciones. Por esta razón, las ganas ayer eran más. Por lo que fue y por lo que será. Y los jóvenes se encargaron de expresarlo, de viva voz o mediante la expresión máxima de esa apetencia: el disfrute sin mesura.
Al botellón se entra sin saber cuando se saldrá. Y la juventud lo sabe. Por eso, las reservas son importantes y los ratos transcurren sin prisa. La tarde y la noche son largas. Y lo que empieza con pequeños grupos diferenciados, acaba convirtiéndose en un heterogéneo mogollón de cordobeses, llegados desde diferentes puntos de la capital y de la provincia. Los estudiantes conforman, como es bien sabido, uno de los colectivos protagonistas de la jornada, al hacer propio este día y esta práctica de beber en aquella zona.
Pasada ya la medianoche, comenzó a desalojarse de forma lenta e intermitente. Había, también, quien iba y venía. Y los que más apuraron, emprendieron el camino al recinto ferial entrada la madrugada. Allí, en las casetas, continuó la fiesta que puso el broche a una jornada de miércoles en la que no hubo impedimentos ni excusas para no disfrutar de la Feria. Pero la fiesta, estos días, continúa.
Los jóvenes aprovechan el buen tiempo del día y se juntan para poner fin al mayo cordobés