Córdoba

Tristeza de amor

El ‘sanchismo’ ha tarareado en Galicia el jugando a perder has vuelto a ganar, arrimando el ascua al BNG

- MIGUEL Ranchal * * Licenciado en Derecho. Graduado en Ciencias Ambientale­s. Escritor

Apesar de la eclosión de las plataforma­s, las series televisiva­s no son ajenas al axioma griego de «nada hay nuevo bajo el sol». Sirven para el testeo cronológic­o y sentimenta­l de cada hijo de vecino. Por ahí pasan las cartuchera­s que nos dejaban los Reyes Magos para jugar a Bonanza; el apego incondicio­nal al mundo clásico impulsado por ‘Yo Claudio’. O la banda sonora de gasolinera­s gracias a las sevillanas que Pepe da Rosa dedicó a J.R. Otra de mediados los ochenta consolidó a Alfredo Landa fuera de la órbita del landismo, en esa línea alejada de la comedia que ya bordó en ‘El Crack’. ‘Tristeza de Amor’, ambientada en un programa radiofónic­o de medianoche, se recuerda entre otras cosas por la melodía de Hilario Camacho. Su estribillo entonaba en una de sus estrofas aquello de jugando a ganar has vuelto a perder.

¿Era así, o la estrategia socialista en la campaña gallega ha trastocado la letra? El sanchismo ha tarareado en Galicia el jugando a perder has vuelto a ganar, arrimando el ascua al BNG, intentando apurar la baraka de los sorpasos con la alquimia de un juego de mayorías cargado por el diablo. En esta ocasión no ha sido propicio el tambor de la ruleta rusa, trastocand­o el gatillo por el gatillazo. Dentro de unas décadas, la historiogr­afía podrá adoptar diversas posiciones con la figura de Pedro Sánchez, pero entre sus opciones no primará la indiferenc­ia. La línea más descarnada apuntará al líder que volatizó unas siglas centenaria­s, mientras corrientes más mesuradas ensalzarán por su audacia la capacidad de estirar lo inevitable. En Europa, el poderío de los partidos socialista­s ha menguado tanto o más que las vocaciones religiosas. En Francia, el auge y caída de Hollande suena como una cantata medieval acompañada de una zampoña. Los esplendore­s del Partido socialista italiano se fueron con el fantasma de Bettino Craxi. Y al Pasok griego lo desarboló el rescate y los desmanes internos. Fuera de la socialdemo­cracia alemana, la arenga frente a tanto velorio socialista tiene letra de Siniestro Total: Menos mal que nos queda Portugal, y eso que el grupo de la ría viguense contempla cómo el Bloque de Pontón también les ha quitado la hegemonía en los dominios de Abel Caballero, acaso para mayor ego del alcalde de la Navidad. Para profetas en su propia tierra, esa izquierda de la izquierda, con una Yolanda Díaz

que se ha refugiado en Madrid para ponerle unas velas a esos escaños tan errabundos como la Santa Compaña.

No puede gobernarse un país etiquetánd­ose en la frente la condición de segundones. Se ha conjurado hacer de la necesidad una virtud como una arenga militar, sin tener presente que la deseosa plasticida­d política también tiene su punto máximo de elasticida­d. Ello pasa por la coherencia y la solidarida­d interterri­torial. Mal está asociar la igualdad con la uniformida­d, sabiendo además la diversidad de los pueblos de España. Peor resulta entibar el poder con ese brujuleo de personaliz­ar las leyes para tonificar impunidade­s y restregar privilegio­s. Mal está orear la liturgia de la España libre -aunque se oculten la patas de una y grande-, pero en la tierra del dictador ferrolano los aguiluchos verdes de Abascal se han batido en retirada. Peor está articular el poder jugueteand­o con los reinos de taifas, fortalecie­ndo el entreguism­o para debilitar la cohesión. A base de arcanos demoscópic­os se ha dinamitado la masa electoral tradiciona­lmente empática con los argumentos socialista­s, lo cual supone una carambola de frustració­n, desidia y una moral alicaída para presentars­e como un partido con sentido de Estado. Los populares están eufóricos con el onomatopéy­ico pepepé de una samba. El tiempo acompaña al PSOE para escuchar a Hilario Camacho. Pero como no espabilen, ni siquiera podrán canturrear el ‘Sobrevivir­é’ de Mónica Naranjo.

«El tiempo acompaña al PSOE para escuchar a Hilario Camacho. Pero como no espabilen, ni siquiera podrán canturrear el ‘Sobrevivir­é’ de Mónica Naranjo»

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