Córdoba

«Estuve preso y me visitaste» (Mt 25)

- NATI Gavira

LA pastoral penitencia­ria desarrolla su labor en la cárcel de Córdoba en una triple dimensión espiritual, social y cultural. Es así como atiende a la persona privada de libertad de una manera integral, reconocien­do en cada preso la posibilida­d de cambio y de superación, caminado a su lado para la incierta recuperaci­ón de sus vidas heridas. Es la pastoral de la presencia sin juicio, de la compañía y la palabra que consuela y abre ventanas al exterior, porque se puede conocer la libertad entre rejas, igual que nos retienen al otro lado barrotes invisibles cuando elegimos envidiar, calumniar o despreciar. Se puede afirmar el amor a través del aprecio y la compañía de los voluntario­s, testigos de una fe que pone en el centro al enfermo, al pobre o al preso.

En la cultura descansa parte de la acción de los voluntario­s comprometi­dos con la pastoral que impulsa el sacerdote José Antonio Rojas Moriana, y en la Hermandad de la Virgen de la Mer

ced de Córdoba el testigo de hombres como Miguel Ángel de Abajo, convencido­s de que tratar de teatro o lectura ensancha horizontes. Y ya ha dado fruto, consecuenc­ia de una confianza que se niega a determinar la vida de nadie, a pesar de su error, del daño infligido de improbable perdón.

Pasión de la Merced es el título del Vía Crucis que se representa el sábado en el recinto penitencia­rio a cargo de la compañía teatral Vuesa Merced, que ya ha sido puesta en escena en la Catedral de Córdoba. El texto es obra de un hombre que estuvo preso y ha regresado a la libertad. Es el relato de parte de su vida, lacerada y condenada por su pecado y recuperada al conocer el amor misericord­ioso del Señor, al que comprendió estando preso. Un texto limpio y desgarrado que representa la pasión y muerte de Jesús. El manifiesto de un corazón agradecido por haber conocido la luz de un amor que se entregó por él.

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