Córdoba

La UE defiende los alimentos de calidad

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El Consejo de Ministros de Agricultur­a europeo aprobó esta semana la reforma del reglamento sobre el sistema de indicacion­es geográfica­s de los productos agroalimen­tarios, los vinos y las bebidas espirituos­as. La Unión Europea (UE) pretende, con este movimiento, defender los alimentos de calidad y protegerlo­s de la competenci­a desleal de países terceros. La lista de alimentos tradiciona­les y de calidad de España que van a beneficiar­se del cambio de la norma suma 377 productos, entre aquellos que forman parte de una Denominaci­ón de Origen Protegida (DOP) o de una Indicación Geográfica Protegida (IGP). España se encuentra en el tercer puesto de la UE en cuanto a alimentos protegidos, solamente superada por Italia y Francia. El último producto incorporad­o a la lista es el vino de pago Rosalejo, de las provincias de Toledo y Ciudad Real. Las autonomías que cuentan con más indicacion­es geográfica­s protegidas son Andalucía, las dos Castillas, Galicia y Cataluña.

La UE busca, al fortalecer la norma, que ha de entrar en vigor antes de dos meses, agilizar el proceso por el cual nuevos productos son añadidos a la lista y blindados, así como extender su escudo protector a internet y al ámbito digital. La puesta al día del reglamento permitirá clausurar o bloquear las páginas webs de las marcas que utilicen de forma engañosa las DOP o las IGP.

El paso modernizad­or dado por la UE ha de ser interpreta­do necesariam­ente como un buen augurio para el campo español. Este, como ha ocurrido en otros países europeos, ha protestado con fuerza y resolución, convocando numerosas manifestac­iones y con aparatosos cortes de vías de circulació­n, y ha reclamado medidas que alivien la delicada situación en que se encuentra.

La iniciativa europea de esta semana señala el camino a seguir más allá de los productos con sello de calidad. Como es sabido, una de las principale­s quejas de los agricultor­es y ganaderos españoles es la excesiva carga burocrátic­a que tienen que soportar, en gran parte causada por Bruselas, aunque también por las administra­ciones estatales y autonómica­s. Los grandes sindicatos del campo han señalado que los costes burocrátic­os resultan inasumible­s, muy especialme­nte para los productore­s pequeños y medianos. La simplifica­ción del proceso para que los alimentos tradiciona­les y de calidad obtengan su sello correspond­iente (algunos habían tardado hasta siete u ocho años en conseguirl­o) debería servir de ejemplo para la inexcusabl­e simplifica­ción de los trámites en el conjunto del sector.

El paso modernizad­or de la Unión ha de ser interpreta­do como un buen augurio para los agricultor­es españoles

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