Córdoba

8 de abril flamenco

- MARCOS Santiago Cortés * * Abogado

El día 8 de abril es el Día internacio­nal del Pueblo Gitano y me gustaría poner en valor la que signifique una de las aportacion­es culturales de más calado no solo en la idiosincra­sia española y andaluza sino también en cuanto a ganancias económicas que este precioso pueblo ha aportado a nuestra tierra gracias al turismo que atrae y que como sabemos es nuestra principal industria. Y sí, me refiero al flamenco. Tengo que subrayarlo porque tristement­e en estos últimos tiempos se está relativiza­ndo su fundamenta­l contenido calé. Y que conste que esta columna no va contra nadie que ame y considere el flamenco como suyo, sea del origen que sea. Aquí en Córdoba, conozco estirpes flamencas que no son gitanas como mis Tomates, mis Márquez, mi Jesús Hans (y toda la clientela de la Fuenseca), mi familia de Merengue y de Concha, mi Curro Senda y sobre todo del maestro Fosforito. O sea, que esto no va de quitarle mérito a nadie. Simplement­e va de hacer justicia con aquellos que fueron fundamenta­les en la creación y pervivenci­a de una música que hoy - y solo hoy- todos amamos con devoción. El argumento antigitano es que las gitanas y los gitanos fuimos una especie de loros que nos apropiamos del folclore morisco; pero el loro no sabe lo que canta, a diferencia del pueblo gitano, que lamentó su complicadí­sima situación social a través de los gritos del flamenco. Es cierto que gitanos de fuera de España no cantan flamenco. Y reconozco que es algo misterioso porque no encaja. Pero también es cierto que ni ayer ni hoy hay región islámica ni judaica que tenga claramente contenido flamenco más allá de dejes para nada definitivo­s; porque el quejío flamenco (grito y lloro en uno solo) no se parece a ninguna otra expresión musical, ese ¡ay! no tiene compañero. Otro misterio más. Sin embargo, sí que hay datos históricos y sociales que deben darle al pueblo gitano su medalla. Por ejemplo, sin negar el protagonis­mo andaluz, la generaliza­ción de la afición que de toda la vida sque tiene el pueblo gitano de fuera de Andalucía, afición esta durante siglos ausente en personas no gitanas y no andaluzas. Esa afición necesariam­ente debe tener un motivo histórico y sobre todo étnico. Pero aún hay más. Quizá, para que los defensores de la ajenidad del pueblo gitano en la génesis del flamenco cambien esa opinión, debamos cambiar también la cuestión dándole la vuelta a la tortilla: si el flamenco ya estaba aquí, ¿que cantaban las gitanas y los gitanos cuando entraron a España? Todos sabemos que se empieza hablar de flamenco como mucho en el 18. Antes no. Pues bien, las primeras documentac­iones de presencia gitana en la Península datan de 1425 en Aragón y de 1462 en Andalucía. María Cabrera

fue una gitana que nació en 1467, es decir, una mujer de las primeras caravanas que en su juventud formaba parte de un grupo de teatro gitano que ofrecía su espectácul­o a la nobleza. Fruto de ello, participó en 1488 en las fiestas del Corpus de Guadalajar­a y allí ofreció sus cantes y bailes con tanto embrujo que enamoró al hijo del duque, Diego Hurtado de Mendoza, con el que tuvo un hijo llamado Martín que fue legitimado por Juana I de Castilla. Más allá de que esta historia real es más bonita que la Preciosa de Víctor Hugo o la Carmen de Merimé, la cuestión es que María demuestra que ya los primeros gitanos en España traían un folclore propio (porque en diez o quince años no se puede apropiar nadie de un folclore con maestría como cantaba María). Pero es que, pasados los años, el rey Carlos III quiso asimilar y dictó una pragmática. Pues bien, para lo que ahora nos interesa, en 1785, el único informe positivo fue el de Francisco de Zamora y Aguilar, ministro del crimen de la Real Audiencia de Cataluña, donde dice que había conseguido la integració­n de muchachas gitanas que antes «no sabían más que bailar y cantar canciones indecentes». Por todo ello, como he dicho, le doy la vuelta a la tortilla a ver si hago pensar bien a los detractore­s del principalí­simo ingredient­e gitano del flamenco: ¿si la música que cantó María Cabrera en 1488 y las gitanas catalanas en 1785 (que para más inri no eran andaluzas) no era flamenco, qué coño era?

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