Córdoba

Un partido para cambiar una era

El abrazo del presidente Joan Laporta al técnico saliente, Xavi Hernández, fija un momento clave a nivel institucio­nal ante la vuelta frente al PSG

- FRANCISCO CABEZAS Barcelona

Conviene a veces dejar a un lado los problemas conocidos para detenerse en lo que podría venir a continuaci­ón.

Cuando Joan Laporta, embutido en su traje y zapatillas de suela blanca, con el orgullo y el ombligo por delante, fue al encuentro del entrenador Xavi Hernández en el entrenamie­nto previo al duelo capital frente al PSG ante decenas de periodista­s y cámaras en la Ciutat Esportiva Joan Gamper, el presidente, que siempre quiso apropiarse del mensaje, supo cómo visualizar la trascenden­cia del partido en Montjuïc. Y lo hizo solo, sin subordinad­os ni aplaudidor­es. Porque este Barça colgado de las exigencias de los inversores, que sigue buscando nuevas oportunida­des de negocio –aunque por ahora le cueste romper con Nike–, y aún en el exilio olímpico mientras el nuevo Camp Nou va tomando algo de forma, ha redescubie­rto en los últimos días el poder del optimismo y la esperanza en una industria tan volátil y enemiga del fracaso como la del fútbol.

Juegan los azulgrana un partido de otro tiempo ante los parisinos, con la oportunida­d de volver a unas semifinale­s de la Champions cinco años después (la última vez que pisó esa ronda fue con Ernesto Valverde en el banquillo, Leo Messi en el campo, y el Barça capituland­o en Anfield una temporada después del derrumbe de Roma). Y, aunque aquello del círculo virtuoso haya quedado ya demasiado antiguo, en la entidad se tiene la sensación de que seguir ahora adelante en el torneo supondría, ahora sí, comenzar a dejar atrás las miserias vividas y nacidas en el triplete que encumbró a Josep Maria Bartomeu en 2015. Sí, cuando aquel gobierno todavía judicializ­ado visualizab­a la construcci­ón de un Barça imperial, el de los «1.000 millones de ingresos», para acabar convirtién­dolo en despojo.

Ganó el Barça al PSG el pasado miércoles en el desagradab­le y artificial Parque de los Príncipes en la ida de los cuartos de final (2-3) en el mejor partido de la era Xavi. Y tal fue el nivel demostrado -en cuanto a la preparació­n táctica y física que permitió desactivar a Mbappé, la solidarida­d defensiva, la madurez mostrada en el breve apagón en el amanecer del segundo acto que permitió el amago de remontada francesa, el nivel de compromiso de los viejos rockeros y la irreverenc­ia y valentía de los púberes Cubarsí y Lamine Yamal-, que el club se siente preparado para dar un paso más en su recuperaci­ón. Aun siendo consciente de que ese PSG al que la teocracia de Catar quiere convertir de una vez por todas en campeón de Europa continúa siendo un rival demasiado peligroso.

Aunque quienes salieron reforzados de aquella estimulant­e noche fueron los jugadores del Barça, los mismos a los que Xavi insiste en poner en el foco. «Esto va de futbolista­s, no de entrenador­es», insistía el técnico desde ese púlpito mediático que aún trata de controlar. Pero fue el propio Xavi Hernández quien más ganó en aquella prueba, pese a que aún tenga que concretarl­a en el duelo de vuelta. Desde la pizarra, uno de sus puntos débiles desde que tomó las riendas del banquillo azulgrana, supo superar a Luis Enrique, el mismo al que volvió a elogiar tras quedar presuntame­nte superada la crisis de la apropiació­n del ADN Barça. Por mucho que el asturiano lanzara una pulla soterrada, recordando cómo Ter Stegen se encargó de romper las

líneas de presión a base de pelotazos hacia un Lewandowsk­i pletórico en París.

Echará de menos Xavi a sus dos futbolista­s sancionado­s: Christense­n, autor del gol del triunfo en la ida y que estaba llamado a tomar ese puesto de pivote que continuará quedándose un marchito De Jong–, y Sergi Roberto, el capitán, que arrastra el recuerdo de la remontada frente al PSG de 2017 (6-1). Por contra, Pedri, el mismo que abrió los cielos de París a Raphinha, se siente preparado para volver al once.

Luis Enrique podrá tramar una alineación mucho más convencion­al que en la ida, ya con Achraf Hakimi en el lateral derecho, el regreso de Marquinhos al puesto de central y quizá con Zaïre-emery (18 años) y Barcola (21) como cómplices de Dembélé, a quien espera un recibimien­to hostil tras celebrar su gol de la ida como si no hubiera mañana, y de un Mbappé que marcó tres goles (febrero de 2021) la última vez que visitó al Barça. «Nos dejaremos la piel y la vida», prometió Xavi. Él, como Laporta, sabe que, en este caso, la clasificac­ión puede marcar el destino del club. De ahí el abrazo. De ahí la necesidad de que lo viera todo el mundo.

 ?? Valentí Enrich ?? Xavi Hernández, técnico del Barça, se dispone a recibir el abrazo de su presidente, Joan Laporta, ayer en Sant Joan Despí.
Valentí Enrich Xavi Hernández, técnico del Barça, se dispone a recibir el abrazo de su presidente, Joan Laporta, ayer en Sant Joan Despí.

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