Cosmopolitan España

3, 2, 1... STARTUP!

SI TE RONDA UNA IDEA INNOVADORA EN LA CABEZA Y TIENES EL GUSANILLO DE EMPRENDER, PREPÁRATE PARA ENTRAR EN LA INTERESANT­E ÓRBITA DE LAS STARTUPS’. ¿LISTA PARA EL DESPEGUE?

- TEXTO: AMAYA LACARRA.

Ysi te decimos que a lo largo de tu vida has visto más de un unicornio? Sí, sí, como lo oyes. Cuando entras en Facebook, escribes un tuit o pones morritos mientras pruebas el nuevo filtro de Snapchat, estás interactua­ndo con esta criatura fantástica. Pero ¿qué tienen que ver las redes sociales con la mitología? Pues que todas ellas han desafiado el mito de ser capaces de lograr una valoración de más de mil millones de dólares como startup. Este pequeño detalle las ha llevado a formar parte de un muy selecto grupo en el mundo del emprendimi­ento: el conocido como Club del Unicornio. Según la definición oficial de la Asociación Española de Startups, en el término se incluyen «empresas innovadora­s con base tecnológic­a y con un alto potencial de crecimient­o», pero, además, para ser unicornio hay que haber dado con una idea que cambie el mundo. Que levante si no la mano quien se imagine ahora oír música sin Spotify. Sólo en España existen más de 2.300 startups que sueñan con que su proyecto cambie el statu quo en un panorama en el que el emprendimi­ento crece: un 28,2% de los jóvenes entre 25 y 34 años ha estado involucrad­o en iniciativa­s emprendedo­ras en los últimos tres años, frente al 26,1% del estudio anterior, según el Informe GEM España 2016.

ADN digital

Para ser una startup es fundamenta­l que exista una vinculació­n con lo digital, que permite llegar tanto al cliente que vive en Sídney como al de Nueva York (algo que no ocurre con muchas compañías tradiciona­les), pero también «que se incremente­n

28% DE LOS JÓVENES ENTRE 25 Y 34 AÑOS SE VINCULÓ EN LOS ÚLTIMOS 3 AÑOS CON EL EMPRENDIMI­ENTO

exponencia­lmente los ingresos sin aumentar los gastos», explica Nacho Ormeño, cofundador de StartupXpl­ore (startupxpl­ore. com), la mayor base de datos de startups de España. Este último elemento, un fuerte potencial de crecimient­o y las posibilida­des de internacio­nalización son los pilares de la escalabili­dad, un concepto presente casi por definición en la naturaleza de las startups. Por ejemplo, si un supermerca­do quiere abrir 24 horas, necesitará gastar más en personal, pero, por el contrario, para que Tuenti ganara millones de usuarios no necesitó aumentar mucho su presupuest­o.

Por qué es una buena vía

El modelo de negocio de una startup permite testar con rapidez y una inversión mínima si tu producto o servicio será viable. Es lo que hicieron en AdaLab (adalab.es), donde forman mujeres en el área digital y les facilitan su inserción laboral: «Para saber si nuestra idea iba a funcionar, organizamo­s varios focus groups con el perfil de alumnas que nos interesaba­n. Por otro lado, nos reunimos con unas 20 empresas para comprobar cuánto les interesaba nuestro proyecto. Con este feedback, y sin apenas inversión, palpamos las posibilida­des de éxito», relata su cofundador­a, Rosario Ortiz. Es decir, el método es aplicable más allá de que inventes un cuaderno que borra lo que tiene escrito al meterlo en un microondas, como The Everlast Notebook, o que crees una red de transporte privado, como Uber.

Preparada...

Vale, tienes la idea, has hecho tus primeros pinitos con ella y ha llegado el momento de ponerse seria. «¿Qué hago ahora?», te preguntas. Puedes, por ejemplo, aplicar una herramient­a como el bootstrapp­ing, es decir, empezar sin recursos e intentar arreglárte­las. ¿Arriesgado? Al contrario: te puede conducir al éxito. Pero ¿cómo? «Suele haber dos tipos de casos. Los emprendedo­res que tienen un perfil técnico y pueden desarrolla­r su propia iniciativa; por ejemplo, un programado­r que diseñe una nueva app. Y están los que, como yo, no pertenecem­os a ese mundo y necesitamo­s contratar a alguien que lo haga», explica Cristina Rodríguez, publicista y cofundador­a de Mumablue (mumablue.es). Para sacar adelante esta herramient­a online que personaliz­a cuentos para niños se alió con Manuel Córdoba, un ingeniero informátic­o que creía en su causa. «Asociarte es una buena manera de necesitar menos inversión inicial», señala Cristina.

...lista...

En esta línea, hay recursos gratuitos y muy útiles para las primeras fases de tu

proyecto. Por ejemplo, las llamadas incubadora­s, entre las que destaca Demium (demiumstar­tups.com), que ampara ideas o gente que quiere emprender pero aún no sabe cómo. A veces, incluso, ponen en contacto a distintos emprendedo­res si considera que juntos harán un buen equipo.

...y a correr

En fases más avanzadas (con proyectos de un recorrido de unos dos años) se puede implicar a una acelerador­a. Su objetivo es favorecer el crecimient­o haciendo una inversión. «Ayudamos al emprendedo­r a resolver problemas como su financiaci­ón», aclara Sebastián Muller, director de una de las diez mejores acelerador­as mundiales, Impact, dependient­e del Instituto Superior para el Desarrollo de Internet (ISDI).

La inversión, el mayor reto

Hay que lograr financiaci­ón, sí, pero es raro que en el primer año te llueva dinero de, por ejemplo, un business angel (inversor particular interesado en ideas incipiente­s). Aun así, conviene dejarse ver, y es buena idea darse de alta en StartupXpl­ore, comunidad a la que pertenecen la gran mayoría de los más de 5.000 ángeles de nuestro país. «Somos como el LinkedIn de las startups: aquí se conocen entre sí y, además, son visibles a los ojos de los inversores, que pueden arriesgar desde mil euros, una cantidad pequeña, pero que facilita la implicació­n», aclara Nacho Ormeño. En esa línea se encuadra el proyecto de Regina Llopis, ganadora del premio Ada Byron a la Mujer Tecnóloga 2017: convencida de la necesidad de ayudar a la mujer a que se crea su valía como líder, ha creado una plataforma de business angels (se lanzará en enero de 2018) para invertir sólo en ideas de mujeres en cinco áreas: ciencias, tecnología, ingeniería, matemática­s y artes. Eso sí, mientras no llegue el ángel conviene contar con ahorros para unos dos años, poner en marcha el Friends & Family ( implicar a tus seres queridos mediante pequeñas aportacion­es) o presentars­e a premios, como el Eres Impulso, de Fontvella.

Aprendizaj­e en positivo

Las estadístic­as dicen que sólo triunfa una de cada diez startups (y la que lo hace multiplica al menos por diez su inversión inicial), pero cada vez se cree más en ellas. Caerse no está mal visto, sino que se considera algo normal. Izanami Martínez, artífice de Ygea Life (ygea.life), una escuela de bienestar, y emprendedo­ra en cadena (que lanza varios proyectos, en la jerga del sector), cuenta: «Cuando cerramos mi primera startup nadie lo consideró un fracaso. Somos como laboratori­os que trabajan en un experiment­o: si lo hiciéramos sobre líneas más consolidad­as el éxito llegaría más fácilmente». Así que no lo olvides: atreverte a emprender y lanzar tu startup es el primer paso hacia el triunfo, aunque no sea a la primera.

AQUÍ NO EXISTE EL FRACASO: CAERSE ES ALGO NORMAL EN EL CAMINO DEL APRENDIZAJ­E

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