SE BUSCA COMPAÑERO DE PISO
LA PRECARIEDAD HACE QUE VIVIR SOLA SEA UN SUEÑO CASI INALCANZABLE. QUE COMPARTIR CASA SEA LA MEJOR (O LA PEOR) EXPERIENCIA DE TU VIDA, DEPENDERÁ DE TU OJO AL ELEGIR.
AÑOS, URBANO, NO FUMA Y TAMPOCO TIENE (NI ADMITE) MASCOTAS. ES EL PERFIL TIPO SEGÚN LA WEB IDEALISTA.COM
Ahora que por fin tienes trabajo, ha llegado el momento de dejar el nido y vivir ¿sola? ¡Error! En España la edad de emancipación ronda los 29 años, pero únicamente un 15,7% del 20% que lo logra conseguirá vivir sin compañía, debido a la precariedad laboral: una persona joven necesitaría el 69% de su sueldo para alquilar. Por eso, compartir está en alza. Según la web pisocompartido.com, la oferta ha crecido un 10% respecto a 2016. «Aunque la convivencia nos ayuda a socializar y tiene beneficios psicológicos, la principal razón suele ser económica», afirma Manuel Gandarias, director de estudios de www.pisos.com. Optar por una habitación supone un importante ahorro, ya que, además de la renta, también se dividen los gastos de agua, calefacción o Internet.
Un fenómeno en alza
La inestabilidad económica ha hecho que los jóvenes busquen modos de vida más colaborativos. «Se trata de un consumo inteligente de los recursos y los espacios», explica Magalí Rey, directora de Marketing del portal de anuncios clasificados Vibbo, que ha registrado un incremento de un 61% en las ofertas para compartir casa. «Somos más conscientes del aprovechamiento que podemos hacer de una habitación cerrada», concluye Rey. El perfil de quienes recurren a este sistema es de lo más variado: estudiantes, extranjeros, gente a la que no le gusta estar sola… «También quienes prefieren destinar lo que ahorran a sus hobbies, formación...», comenta Beatriz Toribio, responsable de estudios del portal inmobiliario Fotocasa. Al estar de moda, se ha encarecido: el precio de las habitaciones ha subido un 25% en Madrid y un 19% en Barcelona, con una media de 393 y 445 euros respectivamente.
Mejor casas mixtas
Convivir con otros puede ser una pasada… o un desastre. De las experiencias negativas, mezcladas con mucho humor bizarro, ha sacado Giuseppe Angelo Fiori la inspiración para escribir el libro El compañero de piso de mierda: guía de supervivencia (ed. Errata Naturae). «Las historias son cien por cien reales. Proceden de todos los mensajes que me mandaban a Facebook en privado», explica. Él lo
pasó tan mal durante los seis años que compartió, que creó una página en la citada red social para desahogarse y que otros hicieran lo mismo. Campos de setas en el baño, pirados que rompían electrodomésticos o pilladas al room-mate de turno haciendo un skype erótico en la cocina… De todo ello nació su hilarante guía. Su peor recuerdo es el de una compañera de largo pelo rubio y cierta alopecia que se cepillaba por toda la casa. «Si alguien hubiera tirado un cigarrillo al suelo, se habría quemado todo», asegura, aunque reconoce que él tampoco era un ángel: «Mi peor hábito era escuchar la misma canción una y otra vez. Era tremendo».
El gran caballo de batalla
El mayor problema que surge siempre –y lo sabe cualquiera que haya compartido– es la limpieza. Lo que se ahorraría en discusiones si se cumplieran los turnos no está escrito. Laura, una madrileña de 34 años, recuerda su primera experiencia: «Mi compañero pasó de parecer el fat-mate perfecto a convertirse en un guarro integral». Conseguir que se marchase fue desagradable. Por eso decidió que la siguiente candidata fuese mujer. «Quizá es sexista, pero pensé que sería más limpia. Y lo era… en grado paranoia». Cansada, pero con un sueldo de mileurista que no le da para vivir sola y una hipoteca –compró la casa con un ex y, al dejarlo, se hizo cargo de los pagos ella–, Laura volvió a poner un anuncio. «Vino Andrés, informático, de mi edad y muy tranquilo. Me dijo que le encantaba cocinar y que, si quería, me cambiaba fregar los platos por hacer los baños», recuerda. «¡Y odio fregar platos!». Desde hace 19 meses, comparten piso sin problema. «Parecemos un matrimonio, sólo que nosotros vemos a nuestros ligues en el desayuno y luego los criticamos», cuenta entre risas. «Laura es algo seca, pero dice las cosas a la cara y me da confianza», explica Andrés, que considera que elegir bien a tu compañero es fundamental. Ambos reconocen que les gustaría vivir solos, pero es imposible con sus sueldos. «Y luego igual nos echaríamos de menos», añade él.
Aplicaciones al rescate
Precisamente para ayudar a acertar en la elección han surgido aplicaciones como Badi. Carlos Pierre, CEO y fundador de dicha app, explica que la idea nació de su propia necesidad, al comprobar que los canales habituales no le servían.
POR CIENTO MÁS BARATO ES COMPARTIR CASA EN ESPAÑA, CON UNA MEDIA DE 280 €, QUE EN EUROPA, SEGÚN WWW.PISOS.COM
«Vi una chica que puso un anuncio en Tinder y le funcionó». Pierre y sus socios lanzaron Badi en 2015 y ya tiene más de 320.000 usuarios y 32.000 habitaciones disponibles por todo el país. «Sólo en junio hemos conectado a más de 62.000 personas», comenta orgulloso. Su web cuenta con una sección dedicada a historias de usuarios. De ellas, se queda con la de Javier, que llegó recién divorciado, sin casa y sin trabajo. «En dos semanas encontró una habitación en un piso compartido con una pareja joven y su loro (no es broma). Nos dijo que le habíamos “cambiado la vida”», dice Pierre. Del perfil de usuarios, él destaca que la edad media es de 29 años, son sociables y trabajadores, y tienen una vida bastante activa. También al hilo de este boyante fenómeno ha nacido Stukers, una red social para encontrar compañeros en función de tus aficiones y tu forma de ser. «En la universidad, a nuestro tutor le encantó la idea, así que la pusimos en marcha», recuerda Yago Rivera, uno de los cuatro socios fundadores. Hoy cuentan con más de 35.000 usuarios y 9.000 pisos, además de haber ganado varios concursos de emprendedores. «Nuestro perfil son jóvenes estudiantes y trabajadores de 18 a 30 años. Y lo que más nos gusta por encima de todo es contribuir a que se formen verdaderas familias y amistades para siempre», explica orgulloso.
Amigos para siempre
Y es que también hay gente a la que se le ilumina la cara al recordar esta etapa. Incluso celebs como Eva Longoria y María Bravo lo hicieron en sus inicios como actrices y eso selló su amistad. Bravo cuenta que Longoria es una joya de roomie: cocina y maquilla muy bien. Tanto les gusta que suelen compartir casa cuando la española viaja a Los Ángeles y viceversa. Está claro que, para que la convivencia sea un éxito, hay que poner normas (y cumplirlas), y debe primar el respeto. Giuseppe Angelo Fiori da un sabio consejo: «No alargarlo mucho. Como máximo, un par de años». Y apuesta por las casas mixtas: «Los chicos cuando están solos se vuelven muy cerdos, y las chicas con las chicas, igual. La mezcla es ideal: nos ayuda a controlarnos».
POR CIENTO DE LOS ESTUDIANTES ESPAÑOLES PREFIERE ALQUILAR UNA HABITACIÓN (UNIPLACES.ES)