BAR REFAELI. Volamos a Israel para entrevistar a la supermodelo.
<< TENGO TODO LO QUE HABIA DESEADO EN LA VIDA>>
LA SUPERMODELO ISRAELÍ, QUE HOY LUCHA POR LOS DERECHOS DE LOS HOMOSEXUALES EN SU PAÍS, CONFIESA QUE LLEGAR HASTA LA CIMA NO FUE FÁCIL. CREER EN SÍ MISMA HA SIDO LA RECETA DE SU ÉXITO.
Vivo aquí al lado, suelo venir mucho por esta zona», asegura Bar Refaeli (Israel, 1985) sobre la localización que hemos escogido, a las afueras de Tel Aviv, para nuestra sesión de fotos con ella. Ha dejado a su familia –su marido, el empresario Adi Ezra, y sus dos hijas, Liv, de casi 2 años, y Elle, de ocho meses– en su casa y volverá con ellos unas horas después. Para Bar, este es un plan sin fisuras: conjugar su vida personal y su trabajo constituye hoy su prioridad. Comenzó a ejercer como modelo cuando no era más que un bebé. Desde entonces, su carrera ha dado para mucho: portadas en Sports Illustrated, campañas publicitarias con marcas como Chanel o Escada… y sonados romances, como su relación de seis años con el actor Leonardo DiCaprio. Tampoco ha estado exenta de polémicas: desde la ocasión en la que un avión de la compañía Southwest Airlines se cubrió con una foto suya en bikini, escandalizando a algunos pasajeros, hasta el famoso (y también controvertido) anuncio de la empresa de alojamiento web GoDaddy en la Super Bowl 2013, en el que aparecía besando a un cerebrito durante varios segundos como muestra de la unión entre lo sexy (Bar) y lo inteligente (su compañero ante la cámara) y que tuvo que ser modificado varias veces antes de emitirse porque la cadena lo consideraba «demasiado indecente». Unos cuantos años después, Bar ha cambiado Nueva York por Tel Aviv. Pero que nadie crea que esto es una retirada: hoy ejerce como presentadora de televisión, empresaria –es socia de la marca de gafas Carolina Lemke, además de participar en otras empresas– y, por supuesto, modelo, la profesión de la que habla con auténtica pasión. De hecho, en la actualidad es imagen de la firma cosmética española Sesderma.
Te has convertido en presentadora de
FactorX en Israel, ¿cómo está siendo esta experiencia televisiva?
Hacer televisión me encanta, sobre todo los programas en directo, aunque es muy diferente de mi trabajo como modelo. Cuando vas a una sesión de fotos, no ves el resultado final hasta un par de meses después. Pero en la tele todo pasa al momento, es muy divertido.
Tienes más de dos millones y medio de seguidores en Instagram, ¿cómo es tu relación con las redes sociales?
De amor-odio: me encanta Instagram, que es como mi álbum personal, pero creo que por culpa de las redes sociales hemos perdido la capacidad de mirar a la vida. Cuando hay algo muy bonito, todo el mundo saca el móvil para hacer una fotografía y subirla, de modo que se pierden el momento. Me parece un error; espero que mis hijas no crezcan con esta costumbre.
¿Cómo ha cambiado la visión de los medios desde que todas las celebrities colgáis vuestras propias fotos en la red?
Para los fans es mucho más divertido, porque pueden ver el interior de tu casa, cuando te levantas… y no son imágenes perfectas, sino naturales. Para mí es más cómodo: los paparazzi han perdido interés en mi vida. Pueden hacerte una foto al salir de un restaurante, pero si tú ya has subido una desde el local, su trabajo no tiene la misma relevancia.
Además, no tienes problemas en subir tus selfies sin maquillaje a las redes.
Por un lado, me siento afortunada de poder hacerlo. Cuando era más joven y tenía algunos granitos no era algo que me apeteciera mostrar. Por eso me encantó lo que Kendall Jenner hizo hace poco: acudió a un evento en el que, a pesar del maquillaje, se podía ver que tenía acné. Todo el mundo hablaba de ello, así que ella decidió abordar el tema y restarle importancia. No deberíamos avergonzarnos, es fundamental dejar claro a nuestros seguidores que no pasa nada por mostrarse natural y sin filtros.
Te has posicionado a favor del matrimonio gay y los derechos de los homosexuales en Israel. ¿Para ti es importante defender las causas en las que crees?
Los personajes públicos tenemos el poder de que nuestra voz sea escuchada, y deberíamos usarlo para luchar por aquello que consideramos vital. Hay muchos asuntos que necesitan atención, pero el de los derechos de los homosexuales es uno que me afecta especialmente. Crecí en una generación que acepta sin problemas la homosexualidad y en una industria, la de la moda, en la que hay muchos gays. Los homosexuales no pueden casarse en Israel y no sólo es que me parezca injusto, sino que me resulta increíble. Todos somos personas.
¿Has hecho alguna locura por amor?
¡Casarme! (risas). Creo que el matrimonio es una tradición arcaica, no es algo imprescindible. Finalmente, me casé porque mi marido me lo propuso… ¡y yo dije que sí! Nunca pensé que acabaría pasando por el altar.
¿Sientes que tu vida ha cambiado mucho desde que tienes hijos?
Cuando estaba embarazada, recuerdo que mi madre me dijo: «Si piensas que estás dejando de lado tu vida, que ya no puedes hacer aquello que hacías antes, vas a sentirte miserable». Así que intenté no cambiar demasiado. Sigo haciendo bastantes cosas por mi cuenta, busco tiempo para mi marido y para mí, trabajo, viajo… Pero, por supuesto, mis prioridades son ahora diferentes.
Tu madre fue modelo y tú empezaste en la profesión a los ocho meses. Ahora que tienes dos hijas, ¿las animarás a que prueben suerte en este mundo?
Hoy la situación es otra… no es algo que quiera hacer. No me gustaría nada que las persiguieran los paparazzi, y si dejo que les hagan fotos o que participen en un anuncio, voy a abrir la veda a que cualquiera pueda tener imágenes suyas. Mientras yo no comparta sus fotografías, eso querrá decir que no doy el permiso para que otros lo hagan. Cuando crezcan será distinto. Y si ellas deciden ser modelos, claro que las apoyaré, es uno de los mejores trabajos del mundo.
Además de modelo y presentadora, eres una empresaria de éxito. ¿Le pides consejo a tu marido en los negocios?
Si tengo, por ejemplo, un contrato complicado, sí. Dejo que lo lea porque entiende mejor que yo la jerga legal. Pero he de decir que sola manejo todo lo suficientemente bien ( risas).
¿Has tenido que vivir momentos difíciles a lo largo de tu carrera?
Cuando tenía 18 años, me mudé a París para probar suerte como modelo y, durante un año, no conseguí ni un solo trabajo. Fue muy duro y llegué a pensar que esta profesión no estaba hecha para mí. Pese a ello, decidí que nada me parase. Unos años después, en Nueva York, tuve otro revés importante. Acababa de conseguir un trabajo con Victoria’s Secret, ¡el sueño de cualquier modelo hecho realidad! Hice una sesión de fotos con la marca en el Caribe y fue genial. Unos días después le pregunté a mi agente por ellas y me contestó: «Les han gustado mucho, están contentos… pero tú estás un poco por encima de tu peso». Sé que no soy superdelgada, pero por eso creo que resulto perfecta para una marca de lencería: tengo curvas, pecho… Cuando me dijeron eso, podría haber hecho una dieta muy restrictiva para intentar encajar en sus estándares, pero pensé: «¡Que les jodan! No quiero formar parte de esta locura».
¿Tienes algún sueño que todavía no hayas conseguido cumplir?
Hace poco, alguien me hizo esa misma pregunta y, tras pensarlo, he llegado a la conclusión de que no. Mi trabajo me hace cumplir sueños constantemente. Además, tengo el apoyo de un marido del que estoy enamorada, a mis hijas… Tengo todo lo que había deseado en la vida.
¿Qué es lo próximo para ti?
¡Hacer todo lo que me haga feliz! Si puedo seguir compaginando mi familia con el trabajo, estoy segura de que tendré la receta de la felicidad en mis manos.
COMENCE COMO MODELO CUANDO TENIA OCHO MESES, PERO NO QUIERO ESO PARA MIS HIJAS
ME SUGIRIERON QUE ADELGAZARA. MI RESPUESTA? 'IQUÉ LES JODANÍ