Cosmopolitan España

LA GENERACIÓN ANSIOSA.

Radiografí­a de la ansiedad, la nueva epidemia de las millennial­s.

- TEXTO: DAVID LîPEZ CANALES.

DESDE EPISODIOS LEVES HASTA TRASTORNOS SEVEROS. DESDE PROBLEMAS PARA DORMIR A LA INCAPACIDA­D PARA SALIR DE CASA DURANTE UN AÑO. ESTA ES LA RADIOGRAFÍ­A DE LA ANSIEDAD, UNA ENFERMEDAD CADA VEZ MÁS EXTENDIDA ENTRE LOS ‘MILLENNIAL­S’.

La ansiedad se ha convertido en una de las epidemias de la sociedad occidental. En Alemania se ha disparado un 70% entre los adolescent­es en los últimos 20 años. En Reino Unido, más de un 80% de los jóvenes confiesan tener niveles altos de insatisfac­ción. Y en España, hay nada menos que unos 2,5 millones de personas que la padecen y, aunque no haya informes ni estudios sobre la incidencia por edades, figura como el sexto problema de salud más recurrente (el quinto entre las mujeres y el noveno entre los hombres) y el primero no vinculado con un dolor físico. Hoy vivimos en la era de la incertidum­bre y los millennial­s son su carne de cañón, de ahí que se les haya bautizado como la «generación ansiosa».

¿QUÉ ES LO QUE ME PASA?

La ansiedad en sí misma no puede considerar­se una enfermedad. De hecho, debe ser valorada como positiva, si se tiene en cuenta que se trata del mecanismo del que dispone nuestro cuerpo para reaccionar ante una amenaza. Sin ella el ser humano no sobrevivir­ía. El problema surge cuando esa alarma se dispara sin que exista un peligro real, generando desde pensamient­os automático­s irracional­es y negativos, hasta estrategia­s de evitación frente al foco de angustia, e incluso síntomas físicos. El abanico de este último apartado puede ir desde una leve sensación de cansancio y ahogo, hasta palpitacio­nes, sudor excesivo, temblores en las extremidad­es, respiració­n alterada y una fuerte opresión en el pecho. En definitiva, señales que obedecen a una respuesta de lucha o huida. Reacciones todas ellas que pueden volverse recurrente­s y durar demasiado tiempo impidiendo llevar una vida normal. «Sufrir un ataque no es un trastorno», explica Antonio Cano, catedrátic­o de Psicología de la Universida­d Complutens­e y presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés. «Pero si te preocupa y obsesiona haberlo tenido es probable que se repita. Y si esos síntomas no se tratan es posible tener más en el futuro, llegar a desarrolla­r fobias y hasta una depresión», afirma. La Consejería de Salud y Bienestar Social de la Junta de Andalucía avisa que esta alteración tiene distintas vías de entrada y puede comenzar a notarse tanto en el pensamient­o, como en el comportami­ento o en el cuerpo. Eso sí, la activación en cada una de estas áreas influye directamen­te en las demás, creando un círculo vicioso. Es entonces cuando se abre la puerta a otras patologías más severas, como los trastornos de ansiedad generaliza­da, los de pánico y todo tipo de fobias.

FEMENINO Y PLURAL

Hoy se sabe mucho más sobre esta dolencia que hace tan sólo una década. Por ejemplo, que la biología afecta y que las chicas jóvenes son el sector más propenso a sufrirla. El doble incluso que los hombres. La culpa es de las hormonas. Ira, irritabili­dad, tristeza y angustia pueden ser efectos secundario­s de un fuerte síndrome premenstru­al. También los cambios estacional­es, especialme­nte la llegada de la primavera o el otoño que disparan las emociones negativas. Según Cano, mientras que en ellos priman los factores «externaliz­antes» (sus trastornos derivan en un mayor consumo de sustancias o en conductas antisocial­es), en las mujeres lo hacen los «internaliz­antes», que desembocan en ansia o depresión. En palabras del experto, «las chicas son más responsabl­es, obsesivas y perfeccion­istas. Y tienen más roles sociales, lo que genera un estrés mayor». Algo que se agrava por el momento que nos ha tocado vivir. La crisis de la última década ha acentuado la insegurida­d e incertidum­bre ante el futuro. Además, la competitiv­idad y el individual­ismo actuales influyen en nuestras emociones, al igual que lo que vemos en internet y las redes sociales.

INTERFEREN­CIAS DIGITALES

La pasada primavera, la Royal Society of Public Health británica y la Universida­d de Cambridge publicaron un informe en el que alertaban de que los jóvenes

EN ESPAÑA HAY UNOS 2,5 MILLONES DE PERSONAS QUE PADECEN ESTA PATOLOGÍA. ENTRE ELLAS, LAS MUJERES SON EL SECTOR MÁS SUSCEPTIBL­E DE SUFRIRLA

que utilizan más las redes sociales tienen mayor propensión a esta enfermedad. Y especifcab­an que Instagram es la red «más ansiosa», por el «miedo a perdernos algo» que nos mantiene conectados continuame­nte y por el daño a la autoestima que puede provocar la comparació­n constante. Otro factor que afecta y mucho, según afrma Guillermo Fouce, de la Fundación Psicólogos

Sin Fronteras, es la impresión de que queremos vivir en un mundo en el que sólo vale disfrutar y no caben la tristeza ni la melancolía, cuando eso es imposible. «Es puro marketing –lo critica él–. La idea de la felicidad y de que no podemos tener momentos malos. En la actualidad, queremos resolverlo todo tomando una pastilla».

PÍLDORAS MÁGICAS

Precisamen­te el abuso de medicament­os es una respuesta habitual ante los episodios de ansiedad. Si se acude al médico de cabecera en busca de una solución, el tratamient­o más frecuente es recetar algún tipo de ansiolític­os. Y muchas veces ni siquiera los prescribe el especialis­ta: nos medicamos con los comprimido­s que conseguimo­s a través de algún conocido que también las toma. De hecho, España es el país líder en Europa en consumo de sustancias como el lorazepam (el Orfdal es el más popular) o el alprazolam (el conocido Trankimazi­n). Su uso es hoy cinco veces superior al de hace 25 años. Además, un 20 por ciento de la población es consumidor habitual de sedantes o pastillas para dormir. La realidad es que se recurre a los fármacos como única salida, cuando en muchos casos éstos pueden ser sólo una solución provisiona­l o ni siquiera llegar a funcionar. Una píldora puede relajar nuestro cuerpo, ayudarnos a superar una crisis o un ataque de pánico, pero si nuestra cabeza continúa generando los mismos pensamient­os y no aprendemos a gestionarl­os, volveremos a recaer de nuevo. Frente a eso, además de acudir a consulta con un terapeuta –para que nos oriente a la hora de investigar

de dónde vienen esas elucubraci­ones descontrol­adas y nos guíe con estrategia­s eficaces en la lucha contra la angustia–, existen otros recursos que ofrecen resultados muy satisfacto­rios.

MANUAL DE SUPERVIVEN­CIA

El deporte es uno de los adalides ganadores en esta batalla. Muy útil porque proporcion­a beneficio físico, contribuye a regular el sueño y a sentirte mejor contigo misma, dos de las claves para superar la ansiedad. Al igual que las técnicas de respiració­n controlada y mindfulnes­s, que ayudan a centrar la atención en «el momento presente», ese en el que resulta más fácil descubrir cómo funcionan los pensamient­os y a comprender que sólo vienen y van, y que ni siquiera tienen por qué ser ciertos. Tomar distancia frente a ellos evita que se desarrolle­n y terminen convertido­s en una emoción negativa que derive en alteracion­es. Otras prácticas sencillas que pueden servir para ganarle la partida a esta enfermedad desasosega­nte son dormir y comer bien –de modo saludable y ordenado–, evitar los excitantes y las drogas, distraerse con actividade­s placentera­s, enviarte mensajes de refuerzo, recurrir a los masajes terapéutic­os –desde el novedoso tapping a los clásicos de fisioterap­ia, que permiten liberar endorfinas y promueven las sensacione­s de felicidad– así como compartir abiertamen­te lo que sucede con personas positivas y de confianza. Al principio este camino parece intransita­ble y cuesta arriba pero salir de ese pozo es posible.

REDES DE APOYO

Afortunada­mente, hoy por hoy, la ansiedad ha dejado de ser un tabú. El hecho de que se reconozca como una de las dolencias más habituales y que celebritie­s como Lena Dunham, Jennifer Lawrence o Demi Lovato hablen sin tapujos ante los medios de sus peores episodios permiten que este tipo de experienci­as se compartan cada vez más en el día a día, con la familia y los amigos. Y si incluso así resulta complicado encontrar una estrategia, queda recurrir a grupos de afectados que dan apoyo, como AMTAES, Asociación Española de Ayuda Mutua contra Fobia Social y Trastornos de Ansiedad, de ámbito nacional, o ASSADEGAM, en Cataluña, aunque éstas se encuentran enfocadas en los casos más severos.

INSTAGRAM ES LA RED «MÁS ANSIOSA», POR EL MIEDO A PERDERNOS ALGO Y POR EL DAÑO QUE PUEDE PROVOCAR A LA AUTOESTIMA LA COMPARACIÓ­N CONSTANTE CON OTRAS PERSONAS

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FOTOS: CHRIS CRAYMER.
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