¿MERECE LA PENA HACER UN MÁSTER?
Tras los escándalos de estos estudios, analizamos su utilidad.
Ha terminado con buena nota el doble grado en Derecho y Administración de Empresas de la Universidad Carlos III de Madrid, es bilingüe y ha hecho prácticas en varias compañías, pero nunca cobrando más de 500 euros al mes. Sonia (prefere no dar su nombre real) está dispuesta a hacer lo que sea para acabar con esta situación y este curso ha pagado una matrícula de más de 15.000 euros en el IE para hacer el máster en Comunicación Corporativa. «Quiero tener un contrato normal, a poder ser en un departamento de Comunicación Institucional, y parar la sangría de dinero a la que estoy sometiendo a mis padres». De su clase de la facultad, sólo diez o doce han encontrado trabajo «de lo nuestro». La mayoría de sus excompañeros también ampliarán su formación, y si sus recursos se lo permiten, lo harán en un centro privado con buena reputación y bolsa de trabajo: «Sé que es como pagar por tu empleo, pero no veo otra posibilidad. Y eso que estos cursos no pasan por su mejor momento... Si no, siempre puedo ser dependienta, pero llegará el día que hasta para eso me pedirán un máster».
EL ‘REINO’ DE LOS 3.000
Multitud de los jóvenes de entre 22 y 25 años y profesionales algo más mayores comienzan ahora una aventura educativa que difícilmente olvidarán. Tras los escándalos políticos protagonizados por Cristina Cifuentes (le costó su cargo en la Comunidad de Madrid); Pablo Casado, el nuevo presidente del PP, y la ministra de Sanidad Carmen Montón, estos títulos tendrán que demostrar que siguen siendo los más apreciados para las empresas e instituciones públicas. «Es imposible que alguien se olvide de qué trataba su Trabajo Fin de Máster, a menos que sea un caradura», sentencia Enrique, que acaba de terminar el de Ciencias Sociales en la Universidad Carlos III. Para esta formación, ha invertido dos años de su vida y buena parte del sueldo que ganaba en un despacho de abogados. Más de 1.200 horas de trabajo intensivo que incluye asistencia obligatoria, preparación de casos prácticos, ejercicios en grupo, visitas a empresas… y dejar de estar con la pareja y la familia. «Estos personajes tan mediáticos contaminan el enorme esfuerzo de los alumnos, pero van a servir para discriminar», asegura Martí Parellada Sabata, catedrático de Economía de la Universidad de Barcelona y coordinador del Informe CYD (Conocimiento y Desarrollo) que valora la universidad en su contexto socio-económico. «Han sacado a la luz dos cosas que eran conocidas en los ambientes académicos hace tiempo: lo primero, que hay másters y másters, y lo segundo, que los centros de titularidad pública y régimen privado tienden a escapar al control de calidad, que es más estricto en los de gestión pública», agrega Vera Sacristán, presidenta del Observatorio del Sistema Universitario. Según el Ministerio de Educación, existen más de 3.000 másters. Desde la implantación del Plan Bolonia en 2007, la oferta de títulos de posgrado se ha cuadruplicado. Pueden ser presenciales, semi o a distancia; full time o executive; habilitantes y no; públicos o privados; ofciales o no; caros o baratos, con nombres extraños e incluso para los que no se pide ningún título universitario…
EN LA ACTUALIDAD MUCHAS EMPRESAS VALORAN MÁS LAS COMPETENCIAS PERSONALES Y LAS HABILIDADES LABORALES ANTES QUE LA POSESIÓN DE UN MÁSTER
Hay tanta oferta que necesitas un máster para poder elegir un máster. Aun así, «cada vez hay más información a través de los rankings y los estudiantes pueden hacerse una idea de cuáles son los mejores, en qué universidades y sobre qué ramos», indica Joaquín Aldás-Manzano, Vicerrector de la Universidad de Valencia.
PAGAR POR TRABAJAR
Para Elena del Pozo, directora de Selección de Outsourcing de Adecco, «estos estudios te pueden abrir las puertas de un empleo siempre que brillen en tu expediente, sobre todo si se han realizado en un centro prestigioso o en una especialidad muy demandada por las empresas». El año pasado su departamento contrató a más de 15.000 personas. ¿Y qué perfil se busca ahora? «Informáticos-tecnológicos y expertos en marketing, enfocados al mundo digital, con alto nivel de inglés y personalidad creativa». ¿Habrá alguna opción que incluya todas estas enseñanzas coordinadas? Vodafone recibe al año más de 30.000 currículums y ha conseguido el primer puesto en el barómetro de las Mejores Empresas para Trabajar 2018, que elabora la consultora Great Place to Work. «Valoramos más ciertas competencias personales y habilidades laborales que un máster». asegura Rebeca Navarro, directora de Talento, Aprendizaje y Diversidad de la compañía. «Estos títulos han dejado de tener glamour en los procesos de selección. Antes eran unos estudios muy restringidos y hasta cierto punto elitistas. Hoy en día hay muchas escuelas que ofrecen programas ad hoc que encajan bien con las exigencias que imponen las compañías privadas. Son cursos más cortos, más baratos y enfocados a lo que precisamos». Las empresas se han metido de lleno en las escuelas de negocios
JUNTO A ESTOS TÍTULOS TAMBIÉN SE OFRECEN PROGRAMAS ‘AD HOC’ QUE RESPONDEN A LOS REQUISITOS QUE PIDEN LAS EMPRESAS
para así poder crear a su trabajador ideal. «En ISDI (Instituto Superior para el Desarrollo de Internet) tenemos un Digital MBA (Master of Business Administration) vinculado a negocios como Accenture o Meliá Hoteles, que directamente mandan aquí a sus empleados o contratan a los alumnos. Así nos aseguramos que hay una necesidad real», apunta Nacho de Pinedo, CEO de esta escuela de negocios especializada en lo digital. Pero todavía no existe un vínculo que relacione directamente esta formación con mejores salarios. «El mercado laboral está repleto de personas con un nivel de formación superior al que exige su empleo. Los salarios son tan bajos que tener un máster no te da un sueldo más alto, pero sí te puede hacer destacar para conseguir el empleo» comenta Elena del Pozo. Según datos de Eurostat (Oficina Europea de Estadística) de 2017, en nuestro país hay un 70,5% de trabajadores con título superior del sector que ocupan puestos que no lo necesitan. Por ejemplo, un economista que ha sido contratado como dependiente.
Sin embargo, este tema también puede verse desde otras perspectivas. «La sobrecualificación es un término engañoso. ¿Porque cuándo se considera que los estudios son demasiados? –replica el catedrático Martí Parellada–. Lo que ocurre es que en España existe un desajuste entre el nivel de cualificación y el rango de trabajo. El temor del sector
educativo es que también pase con estos títulos posgrado: si cobran igual que un graduado, los másters perderán gran parte de su valor y la demanda caerá».
‘UNIVERSIDAD S.A.’
¿Qué es lo que más preocupa ahora a las universidades, tanto privadas como públicas? La reputación. La competición por ocupar los primeros puestos de las famosas evaluaciones de calidad es feroz y todas las instituciones sacan sus mejores herramientas de marketing para captar nuevas matrículas de recién graduados, de profesionales o de estudiantes extranjeros. «Desgraciadamente se están produciendo dos fenómenos que no son demasiado deseables. Por un lado, el número de titulados está bajando por motivos demográfcos y el porcentaje de los que prosiguen estudios de posgrado es cada vez más bajo. Por otro, la oferta es muy amplia y las universidades compiten entre sí para atraer estudiantes de donde sea», según la presidenta del Observatorio del Sistema Universitario. «Algunas universidades no dejan de ser sociedades anónimas con objetivos lícitos de lucro. Su fuente principal de ingresos son las matrículas y para atraerlas es importante unos buenos resultados en el acceso al mercado laboral. Ahí es donde está el foco de su marketing», señala el profesor Parellada. «Nuestro alumno está apostando por su carrera, invirtiendo en sí mismo para dar un gran salto. Tenemos un departamento de más de 20 personas dedicadas a buscarles trabajo a todos nuestros egresados y todas las empresas líderes reclutan en el IESE (escuela de negocios de la Universidad de Navarra)», afrma Nico Van den Brink. Él es el encargado de seleccionar a los alumnos del Global Executive MBA del IESE, el máster más caro de España con un precio superior a los 90.000 euros (sin contar los billetes a Nueva York o Shanghái). «Tiene más demanda que oferta, así que podemos hacer un buen casting. Además de los criterios académicos y la experiencia laboral, miramos a la persona que hay detrás de la solicitud y por eso las entrevistas (al menos tres por candidato) son claves. Buscamos a gente que quiera tener un gran impacto en la sociedad». Una salida laboral más que probable, los mejores profesores, un networking de calidad, una dimensión internacional… «El IESE es una entidad sin ánimo de lucro que reinvierte todo en sus programas de estudios, con lo cual el coste de nuestros másters es el precio que tienen. Los rankings miden la inversión y cuánto te ha retornado y, aunque es un criterio cortoplacista, salimos bien parados». En las clasifcaciones también fgura el número de alumnos que acaban bien. «Las tasas de fracaso en un MBA son inferiores a las de los grados porque los criterios de admisión son rigurosos. Esta es la mejor garantía para que todo vaya bien», comenta Van den Brink.
‘MASTER OF NONE’
Además del nombre de una serie de Netfix, muchos españoles son Master of None porque su título de posgrado ya no existe. En 2018, las universidades públicas han retirado 55 programas de posgrados para el siguiente curso, otros han cambiado de nombre y otros tendrán que esperar a que las matrículas se cubran para saber si siguen adelante. ¿Se puede dar el hecho de que estés matriculada en un curso que nunca más va a existir? Sí. «Tienen mucha fuctuación, pueden surgir un año y al que viene desaparecer. Tienen una rotación más elevada que los estudios de grado y es que siempre se tienen que ajustar a las exigencias del mercado» confrma Martí Parellada. El vicerrector Joaquín AldásManzano añade que los centros «pueden equivocarse, porque no es fácil establecer a priori qué será lo más demandado, pero tienen que tener cintura y fexibilidad para que, cuando el fracaso de un título sea evidente, cambiarlo sin demora y adaptarse». Ante el overbooking de títulos –la famosa titulitis–, Vera Sacristán pide mayor intervención de las autoridades. «Para que no sea posible denominar máster a aquellos estudios que no son ofciales y para defnir un catálogo real de títulos más coherente y no el simple registro actual en el que todo vale. Eso ayudaría a clarifcar las cosas para los estudiantes y sus familias». Infórmate, investiga, nunca des nada por sentado y, sobre todo, plantéate por y para qué necesitas un máster. Porque puede ser una inversión, pero también una pérdida de tiempo y dinero. Ah, y si no tienes el título, no lo pongas en tu currículum.