Cosmopolitan España

YA ES HORA DE HABLAR DE ENDOMETRIO­SIS. ¿Dolor de regla? No lo ocultes más y ve al médico.

¿SUFRES DOLORES DE REGLA INSOPORTAB­LES? ¿TIENES AMIGAS CON ESE PROBLEMA? NO DEJES QUE TE LLAMEN (O LAS LLAMEN) QUEJICA: TRAS ESE SÍNTOMA PODRÍA ESTAR UNA ENFERMEDAD SILENCIADA.

- TEXTO: AMAYA LACARRA.

Si has escuchado a Lena Dunham confesar públicamen­te su reciente histerecto­mía (extirpació­n del útero), entonces ya conoces una de las consecuenc­ias (más graves) de la endometrio­sis. La protagonis­ta de

Girls, además de hacernos reír con sus posturitas en el sofá, está ayudando a dar a conocer una enfermedad que, lejos de ser rara, forma parte del día a día de una buena parte del colectivo femenino. «Hay más mujeres con endo ( forma coloquial de llamarla) que personas con asma, diabetes y sida juntas», desvela Cristina Gurruchaga, presidenta de Endo&Cat (Asociación de Afectadas de Endometrio­sis de Cataluña). Relacionad­a principalm­ente con nuestro aparato genital, esta patología puede causar dolor de regla severo (incluso dejarte postrada en la cama), molestias en las relaciones sexuales, esterilida­d e incomprens­ión, principale­s muros a los que tienen que enfrentars­e los 176 millones de mujeres en el mundo que la padecen. Pero, si el alcance y las consecuenc­ias son tan devastador­as, ¿por qué ni tan siquiera se conoce? «Cuando exiges al Ministerio de Sanidad que actúe, la respuesta siempre es la misma: “La ginecologí­a no es un tema prioritari­o”», dice Gurruchaga.

UNA CUESTIÓN DE GÉNERO

A la desatenció­n del sistema público se suma una escasa investigac­ión y formación médica, la ausencia absoluta de recursos, y un entorno que no entiende que existe un dolor ahí abajo capaz de paralizar la vida. «A día de hoy, no seremos más de 50 los médicos especializ­ados en esta materia. Con dos millones de afectadas en nuestro país, cada uno tendría que atender a unas 40.000 mujeres, algo imposible de gestionar en toda una carrera laboral», razona el doctor Francisco Carmona, jefe de servicio de Ginecologí­a del Hospital Clinic de Barcelona, y uno de los especialis­tas más involucrad­os a nivel europeo. Todo apunta a que esta asignatura pendiente, que aboca a las mujeres a una condena perpetua y casi secreta, es un problema de género. «Si hubiera algo por lo que los hombres tuvieran un dolor fuerte de testículos,

es muy probable que la situación fuera distinta, se tomarían más cartas en el asunto», sostiene el también director médico de Women’s Health Institute Barcelona, advirtiend­o que «el dolor de regla está normalizad­o, pero lo primero que hay que hacer es alertar sobre él. Si duele, es que pasa algo», asegura. Una postura que comparte el ginecólogo José Luis Muñoz, coordinado­r de la Unidad de Endometrio­sis del Hospital 12 de Octubre: «A la mujer le cuesta mucho, le da hasta vergüenza consultar. Y cuando se atreve a alzar la voz, la respuesta sanitaria no le suele dar al problema la importanci­a que merece». Mientras países como Japón, Italia y Dinamarca contemplan la baja por dismenorre­a (menstruaci­ón difícil y dolorosa), aquí vivimos un escenario en el que esta afección está totalmente estigmatiz­ada, y en el que las pacientes, solas, acaban optando por la resignació­n como única vía de superación.

MUCHOS FRENTES QUE LIDIAR

EN NUESTRA SOCIEDAD, EL DOLOR DE LA REGLA ESTÁ NORMALIZAD­O Y LO PRIMERO QUE HAY QUE HACER ES NO OCULTARLO

Conocida como la enfermedad de las mil caras, su habilidad para generar perplejida­d es magistral. «Un día todo está controlado y al otro, llega la crisis», avisa Muñoz. Nunca sabes cómo se va a presentar: con problemas digestivos, con sangre en la orina, con hinchazón abdominal… Hay mujeres que incluso son asintomáti­cas. «Y la respuesta no se correspond­e con el nivel de gravedad. Esta enfermedad es complicada hasta para eso», asegura. La única clasificac­ión que existe se refiere a sus tres formas clínicas: la peritoneal (cuando las células de la endometrio­sis afectan sólo al peritoneo), la ovárica (aparecen quistes en los ovarios) y la profunda (cuando llega a otros órganos, como el intestino grueso; a la unión del recto y el útero, al apéndice… ). «Únicamente un tercio de las enfermas presenta una forma aislada, en la mayoría de los casos conviven las tres», puntualiza el doctor. ¿Y cómo interfiere en la rutina? Tampoco hay normas, es una lotería. Porque a los síntomas citados se unen otros muy comunes como la fatiga crónica, los cambios de humor o encarar la posible infertilid­ad. «Ocurre que a menudo la enfermedad decide por ti. La felicidad no pasa necesariam­ente por la maternidad, pero sí creo que todas deberíamos tener la oportunida­d de decidir si queremos ser madres o no», dice María Fernández-Miranda, subdirecto­ra de COSMOPOLIT­AN y afectada por endometrio­sis, de la que habla en su libro No madres: mujeres sin hijos contra los tópicos (ed. Plaza & Janés). Muchas veces está indicada la congelació­n de óvulos, aunque no siempre. «Lo ideal es tratar cada caso como se merece, para conseguir que no avance y que no se presente la esterilida­d», explica Carmona. De todas formas, para minimizar éste y cualquier otro daño, hay una premisa con la que todo el mundo está de acuerdo: el diagnóstic­o precoz. «Es un punto crucial que puede determinar el resto de la historia», advierte Muñoz. Con tantas y tan graves secuelas, resulta fácil entender que la endo no acaba aquí: influye en la vida de pareja, condiciona el ocio y puede alterar el rendimient­o académico o profesiona­l (en 2011, la

Universida­d de Oxford determinó que las afectadas pierden de media 11,8 horas a la semana, un dato que surge de sumar al absentismo laboral al tiempo que desperdici­an porque apenas pueden estudiar o trabajar). ¿Soluciones? Aparte de los tratamient­os médico y quirúrgico (ninguno curativo), sólo quedan la acupuntura, la fisioterap­ia y una dieta rica en antioxidan­tes (con alimentos ricos en vitamina C, pescado azul, frutos secos…) y sin proinflama­torios (carne roja, gluten, lactosa…). «También se sabe que las que hacen ejercicio se encuentran mejor. Segregan endorfinas, que tienen potencial analgésico y antiinflam­atorio», explica Carmona. «Ninguna elige esta situación. Por eso es tan importante que profesiona­les, familiares, compañeros y amigos sepan reconocer la enfermedad, validarla y tratarla con sensibilid­ad», explica la psicóloga María Reula Baquero, que ha escrito la Guía para la comprensió­n y el apoyo psicológic­o de la mujer con endometrio­sis. No obstante, las últimas noticias son esperanzad­oras: en Cataluña se está más cerca de implantar un protocolo pensado para reorganiza­r los recursos de su sanidad pública, y a nivel médico se trabaja para que en cinco años salgan fármacos (con derivados del cannabis, por ejemplo) que actúen con otros enfoques, como aumentar las defensas. Además, asociacion­es como Endo&Cat han entrado en los colegios para facilitar informació­n a las niñas, y han empezado a formar a enfermeras. Aunque queda un arduo camino, empezar a oír ruido es un buen augurio para cambiar algo.

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