Cosmopolitan España

TESTIMONIO. «Nos enamoramos las dos del mismo chico».

¿QUÉ HARÍAS SI TU MEJOR AMIGA SE FIJA EN EL QUE CREES QUE ES EL AMOR DE TU VIDA? NUESTRA LECTORA OPTÓ POR ESCONDER SUS SENTIMIENT­OS A AMBOS HASTA QUE LA HISTORIA DIO UN GIRO INESPERADO Y ÉL CONFESÓ QUE ESTABA LOCO POR ELLA. AL FINAL, TRIUNFÓ EL AMOR.

- TEXTO: CLAUDIA SARRIÁ. FOTOS: ROBERT DEUTSCHMAN.

Me encantan las telenovela­s. Desde que soy adolescent­e me han atrapado esas historias rocamboles­cas de amor (ahora soy fan de

La casa de las flores, cómo no). Lo que nunca hubiera imaginado es que mi vida iba a convertirs­e en un guión propio del mejor de los culebrones y que yo iba a interpreta­r el papel estelar. Pero ocurrió. Fue en mi último año de universida­d. Sin apenas darme cuenta me enamoré de Beltrán, y Marina, mi mejor amiga de entonces, también.

AMISTAD DESDE NIÑOS

Beltrán y yo éramos vecinos y coincidimo­s en la misma facultad. Allí conocimos a Marina. Durante esos años yo estuve saliendo con otro chico, pero me dejó y él se convirtió en un apoyo incondicio­nal. No sé si mi situación posruptura influyó en ello, pero de repente vi lo que Beltrán significab­a para mí y empecé a ser consciente de que le considerab­a algo más que un simple amigo. En cualquier caso, quería darme un tiempo a mí misma, porque acababa de terminar una relación larga, así que intenté frenarme.

UNA GRAN DECEPCIÓN

Llegó el verano y nos hicimos una escapada a Menorca con toda la pandilla. Marina y yo compartíam­os habitación. Durante esos días, cada vez que Beltrán y yo nos quedábamos a solas, un ejército de mariposas invadía mi estómago (muy a mi pesar). Una de las noches en las que salimos todos de fiesta me encontré con una desagradab­le sorpresa al despertar por la mañana: en la cama de al lado no estaba Marina, sino mi amigo Javi. Me dirigí a la cocina a prepararme el desayuno y allí estaba ella, en ropa interior. Me miró sonriendo y me dijo una cosa que nunca pensé que me iba a doler tanto: “Me he acostado con Beltrán”. Yo aún no le había hablado de mis sentimient­os hacia él; por eso se quedó extrañada al no verme reaccionar: “¿Qué te pasa? ¡Te has quedado callada!”. Por un momento, dudé si decirle que esa noticia había caído sobre mí como una losa, pero me contuve. “¡Qué fuerte, Marina!”. Fue todo lo que pude articular. Ella prosiguió con su relato: “Al final de la noche le besé y se quedó paralizado, pero luego continuamo­s y lo que tenía que pasar pasó. Me gusta mucho y me encantaría intentarlo con él, ¿qué te parece?”. Noté cómo los ojos se me iban a llenar de lágrimas, pero disimulé bostezando y me fui al baño a llorar. ¿Cómo era posible que estuviese ocurriendo esto?

TIEMPO DE SILENCIO

De vuelta a clase en septiembre, todo seguía igual que siempre, salvo que Marina y Beltrán habían estado hablando por WhatsApp y él no me había contado absolutame­nte nada (cosa que yo no entendía, dada la confianza que teníamos). El día que decidí preguntarl­e a Marina si había vuelto a quedar con Beltrán, me sentí confusa.

«OCULTÉ A MARINA QUE ME SENTÍA ATRAÍDA POR BELTRÁN CUANDO ME DIJO QUE SE HABÍA ACOSTADO CON ÉL»

«Pues la verdad es que no. Hemos hablado, pero casi siempre soy yo la que toma la iniciativa y él se muestra algo distante. Mi objetivo es quedar a solas con él para saber qué siente por mí».

SENTIMIENT­O MUTUO

Unos días después, Beltrán me escribió un whatsapp: “Claudia, ¿te apetece tomar un café? Tengo algo que contarte. Bueno, no sé si lo sabrás ya...”. “Pues claro que lo sé, querido (pensé para mis adentros)”. Pero me hice la tonta y me callé. Yo llegué antes que él al bar en el que habíamos quedado y le vi entrar mientras me buscaba con la mirada. Llevaba un jersey gris claro que le había regalado en su cumpleaños (qué detalle). Cuando nos encontramo­s, le noté muy nervioso y le costó mucho llegar al tema: “Verás, Claudia, desde que me enrollé con Marina...”. Un momento, ¿sabía que yo lo sabía? ¿Eso no es lo que iba a decirme? “… no dejo de pensar en ti”. Esta frase me dejó completame­nte bloqueada, mi cerebro no reaccionab­a y en mi cabeza empezó a sonar esa música romántica que aparece en los seriales cuando el galán se declara a su amada. Este cambio de guión era algo que no me esperaba... ¡aunque me encantaba, claro! Cuando por fin procesé la informació­n y conseguí calmar mi euforia, le dije que era algo recíproco, que me atraía desde hacía tiempo y que no me había atrevido a verbalizar nada porque quería estar segura de mis sentimient­os –sobre todo después de haber salido de una relación de cuatro años– y de los suyos.

TODO ACABÓ BIEN

Me lo habría comido a besos allí mismo pero, antes de dar un paso más, decidimos informar a Marina. Un amargo trago para el que tuve que armarme de valor. Os aseguro que no es fácil decirle a una amiga que el chico que le gusta te quiere a ti y que, además, es correspond­ido. Marina se molestó porque no había sido honesta con ella desde el principio. Pero aceptó la situación y nos deseó mucha suerte, aunque se distanció de nosotros cuando empezamos a salir en serio. Yo lo entendí y también aprendí que lo más importante en estos casos es ser sincera para que la verdad prevalezca y todos los implicados en la situación puedan actuar con conocimien­to de causa. Han pasado ya unos años y, con el tiempo, la relación con Marina ha vuelto a la normalidad. Tanto es así, que este verano Beltrán y yo nos casamos y ella leyó en nuestra boda. Un final digno de la mejor telenovela».

«BELTRÁN ME CONFESÓ QUE, DESDE QUE SE LIÓ CON ELLA, NO HABÍA DEJADO DE PENSAR EN MÍ. TANTO, QUE NOS ACABAMOS DE CASAR»

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