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¿ERES UNA MICROINFIE­L? Detalles, tonteos… Quizá no seas tan legal como piensas con tu pareja.

VALE QUE NUNCA TE HAS ACOSTADO CON OTROS PERO... ¿ERES TOTALMENTE LEAL A TU PAREJA? ANALÍZALO.

- TEXTO: ALEJANDRO TOVAR. FOTO: CHRIS CRAYMER.

Todo empieza siempre de forma inocente. Una mirada, un leve roce. Es lógico: pasas con él más de ocho horas al día, mesa con mesa en la ofcina. Y es obvio que te busca, quiere jugar. Y tú, a veces, le sigues. Porque a nadie le viene mal, de vez en cuando, saberse deseado por alguien nuevo. Aunque el límite es tan difuso como peligroso, y pronto aforan las preguntas: ¿me estaré pasando?, ¿estaré siendo infel? Si disfruto tanto con esta tensión, ¿no será porque tengo un problema con mi chico? « Microinfde­lidad es toda aquella actitud que denota interés por una persona distinta a la que tienes en casa pero que no implica intimidad sexual o emocional», explica el psicólogo de pareja Carlos Miguel Fernández. Para él, y como punto de partida, el peligro no está en las acciones, sino en la auténtica intención que estas esconden. Porque un whatsapp, una conversaci­ón un poco subida de tono en un afterwork o un simple me gusta en las redes sociales pueden ser gestos

sin importanci­a, siempre que el que los provoca lo tenga claro. El problema aflora cuando, al ponerlos en práctica, descubres segundas intencione­s no tan inocentes.

Piensa con tranquilid­ad

«Es esencial examinar en privado y con calma la motivación para realizar estos actos», explica Fernández. Todo cuenta, también el contexto o la temporada del año: «Durante el verano, cuando los días se alargan y tenemos más tiempo para el ocio, estos escenarios se tornan más habituales». Pero eso no quiere decir que exista un problema serio. Es, más bien, una llamada de atención. Porque este coqueteo puede servir de alarma y ayudarte a detectar situacione­s que te alejan de la felicidad compartida con quien tienes la verdadera relación. Es probable que la rutina pueda haberse instalado poco a poco entre vosotros, y tal vez tu cerebro, instintiva­mente, te esté empujando a buscar en brazos de otra persona lo que antes tenías. Aunque no sea esa tu expectativ­a final.

Detecta el problema

Tres preguntas claves son: ¿ocultas conversaci­ones a tu pareja?, ¿evitas hablar de él cuando tonteas con tu compañero?, ¿disfrutas criticando a tu novio con esa tercera persona? Si has contestado sí, peligro. «Conviene que, tras haber detectado el problema o cuando realmente sientes que no estás obrando bien, recapacite­s sobre cuál es la auténtica raíz, el motor que te empuja a mirar hacia otro lado», aconseja el experto. Desde la reflexión, podrás obrar en consecuenc­ia y saber si tu ánimo es recuperar con tu pareja aquello que notas que habéis perdido.

Pon tus límites

El psicólogo explica que sentir que somos capaces de atraer a otros supone un subidón de autoestima que, bien canalizado, puede revertir en beneficios para el núcleo duro de la relación. Un estudio del Laboratori­o de la Salud Sexual de la Universida­d de Kentucky (Estados Unidos) demostró que estas situacione­s, por ejemplo, en el entorno laboral, provocan que el deseo sexual por tu chico, ese que comparte contigo no sólo cama, sino también alegrías y penas, aumente de forma significat­iva. La investigac­ión determinó que flirtear desencaden­a un torrente de excitación que, en ocasiones, ya no es posible generar en el contexto rutinario que se vive en casa. No obstante, si esas sensacione­s se transfiere­n hacia la relación oficial, si se usan para fortalecer el nexo, pueden servir para recuperar las cumbres de placer que antes surgían solas.

La verdad está sobrevalor­ada

Y, ¿conviene confesar para liberarte de haber encontrado la diversión con otro compañero de juegos? Fernández considera que no: «Si somos capaces de levantar las barreras adecuadas, no hay por qué hacer daño al otro». El psicólogo cree que la sinceridad plena puede ser contraprod­ucente y que es una labor personal determinar las razones para usarlas en beneficio de ambos. «Una vez encontrada­s, sí es recomendab­le compartir con el otro las conclusion­es que afectan a la salud de la relación». Frases como «siento que ya no nos divertimos», «quiero pasar más tiempo contigo» o «vamos a intentar que esto sea como antes» hacen que las microinfid­elidades sean una herramient­a provechosa. Así que, si quieres jugar, juega. Pero piensa en lo que buscas y actúa en consecuenc­ia. Al final, los microengañ­os te ayudarán a descubrir por qué el fuego se está apagando y te darán el fuelle para avivar las llamas (y recuperar lo que tuvisteis).

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