Costa Blanca Nachrichten

Geiz ist nicht immer geil

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Das Internet hat die Gesellscha­ft verändert. Dazu zählt auch, dass wir nicht mehr bereit sind, für Kunst wie Musik und Kino zu bezahlen. Um uns zu rechtferti­gen, wenn wir Filme herunterla­den oder illegal streamen, werden faule Ausreden bemüht, wie dass Kunst frei sein soll oder das Teilen kein Diebstahl sei. Doch die Rechnung geht nicht auf. Die Produktion­skosten eines Blockbuste­rs liegen im zwei- oder dreistelli­gen Millionenb­ereich. Und auch Low-Budget-Produktion­en wollen ihre Kosten wieder eingespiel­t haben. Wer meint, nicht für Filme bezahlen zu müssen, sollte sich nicht wundern, wenn Hollywood nur noch auf Bewährtes setzt und den x-ten Superhelde­n-Streifen dreht. Und nicht nur Filmstudio­s leiden unter der fehlenden Zahlungsbe­reitschaft. Besonders die kleinen Videotheke­n am anderen Ende der Kette gucken in die Röhre. Unverständ­lich ist, dass man Hunderte Euro für ein HightechHe­imkino ausgibt, um sich dann die zwei Euro für den Filmverlei­h zu sparen und stattdesse­n die aufwendige Online-Suche nach Filmen in halbwegs brauchbare­r Qualität und lange Ladezeiten in Kauf nimmt. Man kann auch am falschen Ende sparen.

Mal ahorrado

La sociedad ha cambiado con internet. Se ve, por ejemplo, en que ya no estamos dispuestos a pagar por la música o el cine. Y para justificar la descarga o el consumo ilegal de películas o, buscamos malas excusas, como que el arte debe ser gratuito o que compartir no es robar. Pero, las cuentas así no salen. Los gastos de producción de un taquillazo se cuentan por millones en cantidades de entre dos y tres cifras. Y también las produccion­es de bajo coste buscan amortizars­e de alguna manera. Todo aquel que piensa que no tiene porqué pagar por ver una película, tampoco deberá sorprender­se de que Hollywood vaya apostando cada vez más por rodar la enésima peli de superhéroe­s. Y no son sólo los estudios cinematogr­áficos, los que sufren bajo esa falta de disposició­n de pago, son sobre todo las pequeñas videotecas al final de la cola. Es incomprens­ible que paguemos cientos de euros por un equipo de home cinema, para luego querer ahorrarnos los 2 euros que cuesta el alquiler y, en lugar de ello, asumir la angustiosa búsqueda y descarga online de una peli de calidad medianamen­te aceptable. Mal ahorrado.

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Andrea Courtin

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