Einfach totgeschwiegen
Ein Deutscher tötet seine Partnerin in Spanien, trifft – bewusst oder unbewusst – die für ihn richtige Entscheidung, sich in Deutschland zu stellen und kommt mit einer Haftstrafe davon, die in Spanien vermutlich bis zu dreimal so hoch ausgefallen wäre. Der Fall Orba ist alarmierend. Weil er zeigt, dass Straftaten in Europa nicht gleich behandelt werden. Weil er Zweifel daran weckt, ob die internationale Zusammenarbeit der Behörden reibungslos funktioniert. Und weil er zeigt, dass Deutschland bei der Aufarbeitung des Themas häusliche Gewalt Ländern wie Spanien weit hinterherhinkt. Der Begriff häusliche Gewalt – im deutschen Strafrecht kommt er nicht vor. Im Bericht zur Partnerschaftsgewalt des Bundeskriminalamtes schon: 331 weibliche Todesopfer gab es demnach im Jahr 2015 in Deutschland. Bei gut einem Drittel weniger Bevölkerung waren es in Spanien im gleichen Jahr 60. Immer noch zu viel für ein Land, in dem seit 2004 ein Gesetz die Opfer gezielt schützen soll, in dem sich extra dafür zuständige Gerichte mit dem Thema Gewalt gegen Frauen befassen. Aber wenigstens wird das Thema nicht totgeschwiegen.
Asunto callado
Un alemán mata a su pareja en España y, con intención o no, toma la decisión correcta en su situación, entregándose a las autoridades alemanas, para luego salir del asunto con una pena de cárcel que en España seguramente hubiera sido hasta tres veces más larga. El caso de Orba es alarmante, porque deja en evidencia que los delitos no se castigan con la misma medida en toda Europa, creando además dudas en cuanto al funcionamiento de la cooperación entre distintas autoridades nacionales. Y porque demuestra que Alemania, en la superación de la violencia de género, va bastante por detrás de países como España. El término „violencia de género“no aparece en el derecho penal alemán, pero sí en el informe pertinente de la Oficina Federal de Investigación Criminal, según el cual se han registrado 331 víctimas mortales femeninas en el 2015. Con aproximadamente un tercio menos de población, en España fueron 60 en el mismo año. Aún demasiadas para un país que ya ha decretado en el 2004 una ley especial para proteger a las víctimas y en el que existen jueces que se ocupan expresamente de la violencia de género. Pero, al menos, el tema está presente.