Kein Wunder
Spaniens Strände verschwinden. Was Wissenschaftler schon vor zehn Jahren als Folge des Klimawandels prophezeiten, hat die Costa Blanca vergangene Woche live erlebt. Im Winter sind starke Niederschläge und weggespülte Strände normal – es stört auch keinen Touristen. Doch 100 Liter Regen pro Quadratmeter, Gewitter mit heftigem Wellengang – und das mitten im Urlaubsmonat August, damit konnte keine Kanalisation, kein Trockenfluss, kein feiner Sandstrand unbeschadet umgehen. Die Urlaubsregion wird sich häufiger auf solche Szenarien einstellen müssen. Wer natürliche Flussmündungen in Badebuchten umwidmet und tonnenweise Sand an Stränden aufschüttet, die nicht dafür gemacht sind, ganzjährig ein blitzsauberes, weißes Badeparadies zu sein, der muss sich nicht wundern. Glaubt man Klimaforschern, müssten sich Verantwortliche und Urlauber einfach in Geduld üben, irgendwann bringt das Meer den Sand von allein wieder zurück. Aber so lange will im Tourismus natürlich niemand warten.
No es de extrañar
Las playas españolas van desapareciendo. Es la consecuencia del cambio climático que los científicos ya habían pronosticado hace diez años y que se pudo presenciar la semana pasada en la Costa Blanca. Es normal que en invierno los temporales retiren grandes cantidades de arena de la costa. Eso tampoco molesta a los turistas. Pero 100 litros de lluvia por metro cuadrado y fuerte oleaje en pleno agosto, eso es algo que ningún sistema de canalización, ningún río seco ni playa de arena podían superar sin sufrir daños. A la región no le quedará más remedio que adaptarse a este tipo de escenarios. Los que menos deberían extrañarse por ello son aquellos que no dudan en convertir la desembocadura de un río en una cala de baño y descargar toneladas de arena en playas que, por naturaleza, no son paraísos inmaculados para bañistas durante todo el año. Si les hacemos caso a los climatólogos, tanto responsables como veraneantes no deberían hacer más que tener paciencia. Tarde o temprano, el mar acaba por devolver la arena que se había llevado. Pero en el turismo, nadie quiere esperar.