En el trastero
En una cultura que permite el tráfico de seres humanos, algo va mal. No permitido en el sentido jurídico, pero sí de hecho. "Hacer la vista gorda, es el oficio más antiguo del mundo, y no la prostitución", decía en "El País" una de las víctimas de los traficantes. Pero también se vislumbran rayos de esperanza. Y uno de ellos, es que haya clientes de la prostitución que se atrevan a contactar con la policía para facilitar la liberación de las víctimas. Cosa que, en cierta medida, les rehabilita. Quizá haya que ver de cerca los horrores, para poder combatirlos con eficacia. La mirada al oscuro trastero de nuestra sociedad es curativa. Y lo es precisamente para aquellos que tan desesperadamente están buscando proteger al "intacto" mundo occidental de la inmigración. Habrá que averiguar por qué está prosperando tanto el amor comprado o descargado: tambien la pornografía tiene sus conexiones con el tráfico de personas. Quizá sea así, porque el consumo rápido ha desbancado a la ternura. Una ternura que necesitan tanto las personas que nos rodean como las almas vendidas en las calles. Atrevámonos a sacar a esa ternura del trastero.