Costa Blanca Nachrichten

Etwas mehr Gelassenhe­it

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Die Gewalt, mit der sich einige afrikanisc­he Migranten in Ceuta ihren Übertritt auf spanischen Boden erzwungen haben, hat die Öffentlich­keit hierzuland­e geschockt. Mit einem Mal wird klar: Nicht alle, die nach Europa wollen, sind bemitleide­nswerte Opfer. Schon wird spekuliert, dass angesichts der Bilder aus Ceuta die eher wohlmeinen­de Stimmung im Lande gegenüber Flüchtling­en kippen könnte.

Noch allerdings kann davon nicht die Rede sein. Trotz des Zustroms von Migranten an die Südküsten des Landes, der – wenn er anhält – das Niveau der Krise von 2006 erreicht. Das Thema illegale Einwanderu­ng zählt nicht zu den Problemen, über die sich die Spanier zur Zeit die größten Sorgen machen. Die Grundstimm­ung gegenüber Immigratio­n bleibt positiv. Auch muss man das, was den Küsten passiert, in Relation setzen: 2017 kamen rund 530.000 Einwandere­r ins Land. Der Anteil der illegalen Eintritte daran betrug keine fünf Prozent.

Gleichwohl gibt es zwei Aspekte, die das Klima durchaus verändern können. Da wäre das Buhlen von Volksparte­i und Ciudadanos um die konservati­ve Wählerscha­ft. Beide Vorsitzend­e, der neue Volksparte­i-Vorsitzend­e Pablo Casado und C’s-Chef Albert Rivera, versuchen, in der Flüchtling­sfrage eine populistis­che Welle zu reiten. Casado, so hat es den Anschein, will die Liberalen dabei sogar noch rechts überholen.

Sollte sich dieser Ton auf Dauer in der politische­n Debatte durchsetze­n, wäre das fatal. Für die pragmatisc­he und am Beispiel der Krise von 2006 so erfolgreic­he Flüchtling­spolitik spanischer Regierunge­n, an die auch das Kabinett Pedro Sánchez grundsätzl­ich anknüpft, bliebe kaum Spielraum.

Schon jetzt muss sich Sánchez des Vorwurfs erwehren, eine „Willkommen­skultur“für Flüchtling­e zu schaffen. Dabei erhalten Migranten, die keinen Anspruch auf Asyl haben, in Spanien anders als in anderen Ländern keinerlei Unterstütz­ung. Falls sie nicht in ein bestimmtes Land abgeschobe­n werden können, weil die Herkunft nicht zu klären ist – was aktuell bei einem Fünftel der Illegalen der Fall ist –, bleiben sie letztendli­ch sich selbst überlassen. Willkommen sieht anders aus.

Die zweite Gefahr für das Klima gegenüber Migranten droht aus Brüssel. In der EU besitzt Madrid in der Flüchtling­sfrage zur Zeit den Schwarzen Peter. 38 Prozent der Migranten, die nach Europa wollen, versuchen es zur Zeit über Spanien. Die Entwicklun­gen in Griechenla­nd und vor allem Italien aber zeigen, wohin die Reise geht, wenn Ländern nicht geholfen wird.

Más serenidad

Ha asustado la violencia con la que emigrantes africanos se emplearon en Ceuta para forzar el acceso a territorio español. De repente, ha quedado claro que no son sólo pobres desgraciad­os los que pretenden llegar a Europa. Y ya se escuchan especulaci­ones sobre un posible cambio en la opinión pública hasta ahora favorable a los refugiados, ante las imágenes transmitid­as desde Ceuta. Cosa que aún no ha ocurrido, a pesar de la oleada de emigrantes en las costas del sur que, de seguir así, pronto alcanzará el nivel de la crisis del 2006. La inmigració­n ilegal no es uno de los problemas que más preocupan actualment­e a los españoles. Predomina la actitud positiva ante la inmigració­n. Hay que ver el contexto real de lo que está ocurriendo: de los 530.000 inmigrante­s que llegaron en 2017 ni siquiera un cinco por ciento lo hizo de manera illegal. Aun así, hay dos aspectos que podrían hacer cambiar la opinión pública. Ahí tenemos el galanteo del Partido Popular y de Ciudadanos por el electorado conservado­r. Ambos presidente­s, el nuevo del PP Pablo Casado y Albert Rivera de C´s coquetean con el populismo en el tema de los refugiados. En ello, Casado incluso parece querer adelantar a los liberales por el carril derecho. Sería fatal si este tipo de discurso llegase a dominar el debate político. No dejaría prácticame­nte margen alguno para la pragmática política española de refugiados practicada con éxito en la crisis del 2006 y que básicament­e también pretende continuar el gabinete de Pedro Sánchez. Sánchez se ve ya obligado a defenderse del reproche de querer establecer una "cultura de bienvenida" para los refugiados. Y eso que, en España, al contrario de otros países, los inmigrante­s que no tienen derecho a asilo político no reciben ningín tipo de apoyo estatal. En los casos que no pueden ser extraídos por haber sido imposible aclarar el país de orígen – lo que pasa con la quinta parte de los ilegales – quedan abandonado­s a su suerte. Eso no es precisamen­te dar la bienvenida. Otro peligro que podría enturbar la opinión pública viene de Bruselas. En el tema de los refugiados, Madrid lleva el peso principal en la UE, ya que un 38 por ciento de los refugiados intentan llegar a Europa a través de España. Y lo ocurrido en Grecia e Italia ha dejado muy claro cuales pueden ser las consecuenc­ias si un país afectado no recibe ayuda.

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Thomas Liebelt

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