Así fue el 2018
A abrir el cava, borrón y cuenta nueva. El 2018 no ha sido un buen año para España. No por razones políticas, sociales o de economía nacional. Vale, el Real Madrid ganó la Champions por tercera vez consecutiva, y durante el verano muchos parados consiguieron mejorar las estadísticas del SEPE trabajando de camareros. Pero esto no es precisamente algo que vaya a mejorar las perspectivas de las generaciones por debajo de los 30, los miserables salarios, la situación precaria de muchas familias, las bajas pensiones o la impresión de que la muy discutida recuperación se queda estancada a un nivel macroeconómico que el pueblo no llega a percibir. El 2018 fue el año de los hombres de gris de „Momo“, bloqueado, embrollado y letárgico. El 40 aniversario de la constitución incluso generó dudas sobre los fundamentos democráticos en lo que a la independencia de la justicia se refiere. Cosa que no es de extrañar después del intento de manipulación en la reestructuración del Consejo General del Poder Judicial o de la marcha atrás del Tribunal Supremo con el impuesto de las hipotecas. Y a nivel político, un gobierno de Rajoy progresivamente anticuado se maniobraba definitivamente hacia un callejón sin salida en la crisis catalana, abriéndole así el camino a un débil gobierno en minoría de Sánchez, que ni siquiera cuenta con la aceptación de su propio partido. Algunas buenas iniciativas se quedaban por el camino, enganchadas entre los frentes de una oposición de PP y Ciudadanos muy derechista, del espectro de izquierdas de Podemos y de los separatistas catalanes. Así es que, el cambio de rumbo hacia el diálogo político con Cataluña pende de un hilo, al igual que los presupuestos generales del estado para los que los socialistas no encuentran la mayoría necesaria. De un gobierno tan limitado en su margen de maniobra no cabe esperar grandes logros. Esos, en el 2018, vinieron de otros lados, por ejemplo de entre los barros que había dejado un desastroso temporal en Mallorca, con un Rafael Nadal ayudando pala en mano como uno más. También da las calles donde muchas mujeres protestaban contra el machismo abierto y el que viene a escondidas. Desde el mar donde los pescadores del „Nuestra Madre Loreto“de Santa Pola salvaban a doce refugiados en apuros y, con su firme negativa a dejarlos en Libia a merced de un destino incierto, le mostraban al mundo el fracaso de la política de refugiados española y europea.