Mala elección
Los catalanes tienen un profundo sentido de la democracia. La región tradicionalmente suele tener grandes participaciones en procesos electorales. Sin duda también, porque en cada votación tienen que manifestar su convicción política a favor o en contra de la independencia de España. Esa pasión hay que respetarla y se puede incluso admirar. La democracia goza en Cataluña pues de buena salud – en España no tanto. En el resto del país, una buena parte de la población ya no puede trabajar, porque el peligro de contagio del coronavirus es demasiado alto. Los gobiernos regionales no recelan de enviar a sectores económicos a la ruina y a las familias a la pobreza. En esa situación, lo consecuente hubiera sido aplazar las elecciones. En cambio se realza el derecho al voto hasta el punto, que incluso los infectados pueden interrumpir la cuarentena, para depositar su voto. ¿Pero de que van? ¿O sea que en las elecciones se puede garantizar la protección de la salud con otros medios que no sean prohibiciones, las cuales ya hasta los juzgados ponen en duda? Porque se da ya por hecho, que la libertad de movimiento y de reunión se puede subordinar a la protección de la población de un peligro de contagio. Incluso se señala a todos con el dedo, que se atreven a disfrutar de un derecho elemental – como si eso fuera un sacrilegio. Esa es pues la salud de la que goza la democracia en España.