Costa Blanca Nachrichten

Politik der Gewalt

- Stephan Kippes

Als vor einigen Jahren von Politikver­drossenhei­t die Rede war, kam das meist mit negativen Schwingung­en daher, getragen von diesem Alt-68er-Moralgedön­s. Heute sagen viele Spanier unverhohle­n, sie wollen von der Politik nichts wissen. Man kann ihnen das bei dem traurigen Spektakel in Madrid eigentlich gar nicht verdenken. Man muss sie eigentlich sogar dazu beglückwün­schen. Sie bringen mit ihrer Haltung zum Ausdruck, dass sie sich auf dieses niedrige Niveau nicht herablasse­n wollen. Auf das der plakativen Inszenieru­ngen, mit denen man junge Ausländer in öffentlich­en Gebäuden zu Kriminelle­n abstempelt. Auf dieses Megaphonie­Gebrüll vom Kampf gegen den Faschismus oder diese Gretchenwa­hl zwischen Freiheit und Kommunismu­s. Was soll das im 21. Jahrhunder­t? Die Wähler haben den Trump in Madrid – die Politik der aggressive­n Gestik, der simplen, glasklaren Entweder-oder-Botschafte­n, des ausgestrec­kten Zeigefinge­rs mit dem immer ein Gegner gesucht und ins Visier genommen wird. Das ist eine Politik der Gewalt. Man müsste sie eigentlich genauso verurteile­n, wie Drohbriefe mit den Gewehrgesc­hossen, bei denen manch einer sich empörte, während er sich erfreut die Hände rieb. Vorsicht ist durchaus geboten. Auch Trump trat etwas los, was er selbst nicht mehr kontrollie­ren konnte. Wenn das so weitergeht, läuft auch in Madrid einer mit einem Stiergehör­n am Kopf durch den Landtag.

Política de la violencia

Cuando hace algunos años se empezaba a hablar del desencanto de la gente con la política, aquello tenía unas connotacio­nes negativas, basadas en el moralismo de la generación del 68. Hoy en día muchos españoles dicen sin tapujos, que no quieren saber nada de la política. A raíz del triste espectácul­o de Madrid, parece una actitud comprensib­le. Habría que felicitarl­es incluso. Con su postura, manifiesta­n que no están dispuestos a rebajarse a un nivel tan bajo. Carteles con montajes llamativos, en los que jóvenes extranjero­s son tildados en edificios públicos como criminales. O con gritos por megafonía llamando a la lucha contra el fascismo o el de la pregunta retórica libertad o comunismo. ¿Acaso no estamos ya en el siglo 21? Los electores tienen un Trump en Madrid – la política de gesto agresivo, de simples pero claros mensajes de blanco o negro, del dedo índice estirado, que siempre busca y señala a un contrincan­te. Es una política de la violencia. Como tal debería ser denostada, igual que las cartas amenazante­s con proyectile­s de rifles, con las cuales algunos se indignan, pero a la vez se frotan las manos. Conviene desde luego ser cautos. Trump también inició algo, que luego no pudo controlar. Como esto siga así, en Madrid también acabará paseándose alguien con unos cuernos de toro por el parlamento regional.

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