Scheinheilige Kirche
Die Fälle sexuellen Missbrauchs Minderjähriger durch Kleriker müssen radikal verurteilt werden. Der Vertrauensbruch, den Kinder durch Personen erfahren, die sie als Lehrer und moralische Vorbilder anerkennen, ist unverzeihlich und der Gipfel der Heuchelei. Aber die Kirche ziert sich noch und kommt damit durch. In Spanien genießt die katholische Kirche bis heute einen Sonderstatus. Dank eines Konkordats mit dem Vatikan von 1979. Der Staat bezahlt die Seelsorger und Religionslehrer und kann nicht verhindern, dass die Kirche Personen einsetzt, die für ihre Arbeit nicht geeignet sind. Auf der Steuererklärung wird die katholische Kirche bevorzugt. Das muss sich ändern. Kirchenrecht kann nicht über Landesrecht stehen. Keine Regierung wagte es, die katholischen Wähler gegen sich aufzubringen, aber inzwischen gibt es immer weniger Gläubige, und das ist kein Wunder. Schuld trägt das scheinheilige Verhalten in den eigenen Reihen. Das reißt leider auch die Geistlichen mit, die Gutes taten und tun. Es ist höchste Zeit, dass Spanien seine Beziehung zur Kirche normalisiert.
Iglesia hipócrita
Los casos de abuso sexual de menores cometidos por clérigos deben ser castigados rigurosamente. El abuso de confianza con los niños por parte de personas que tienen como profesores y ejemplos a seguir es imperdonable y el colmo de la hipocresía. Pero la iglesia aún se hace de rogar y se está saliendo con la suya. En España disfruta hasta el día de hoy de un estatus especial que se remonta a un concordato con el Vaticano del año 1979. El estado paga a los clérigos y profesores de religión y no puede hacer nada para evitar que la iglesia contrate a personas inadecuadas para ese tipo de trabajo. En la declaración de la renta, la iglesia también recibe un trato de favor. Eso no puede seguir así. El derecho canónico no puede estar por encima del derecho civil. Ningún gobierno se ha arriesgado a enfurecer a los votantes católicos, pero el número de creyentes ha ido disminuyendo, y no es de extrañar ante tanta hipocresía en las propias filas. Por desgracia, un fiasco que también arrastra a los clérigos buenos que hacían y siguen haciendo bien. Es hora de que España normalice sus relaciones con la iglesia.