Bloß nicht in die Almudena
Man stelle sich mal vor, Francos Gebeine kämen vom Valle de los Caídos in die Almudena-Kathedrale, mitten in Madrid. Salopp ausgedrückt könnten morgens Rechtsradikale ihm zu Ehren aufmarschieren und die Hymne „Cara al sol“anstimmen, und mittags würden Linksradikale ihm wahrscheinlich aufs Grab pinkeln wollen. Der
Staat würde einen potentiellen Unruheherd aus dem Niemandsland direkt neben den Königspalast verlegen. Nur, weil die Kirche der Familie Franco die Bestattungsrechte in der Kathedrale nicht verwehren will, mit der mehr als dämlichen Begründung, die politische Zugehörigkeit erlösche mit dem Tod. Hier geht es nicht um die letzte Ruhestätte eines Christen. Hier geht es um eine Kultstätte für eine historische Persönlichkeit, die von der Mehrheit verachtet wird. Stephan Kippes
No a la Almudena
Imagínense que los restos mortales de Franco son trasladados del Valle de los Caídos a la catedral de la Almudena en el pleno centro de Madrid. Por decirlo así, podrían aparecer por las mañanas grupos de extrema derecha para cantarle el "Cara al sol", y al mediodía seguir los de la extrema izquierda para intentar mear encima de su tumba. En fin, significaría trasladar un potencial nido de discordias desde tierra de nadie a un foco de atención junto al Palacio Real. Y eso con la más que pésima excusa de que la Iglesia presuntamente no puede denegar los derechos de entierro a la familia de Franco, porque las atribuciones políticas expiran con la muerte. Aquí no se trata de dar su última morada a un cristiano. Se trata de un lugar de culto de un personaje histórico despreciado por una gran mayoría.