La bolsa o la vida
Hay cosas más agradables que la obligación de llevar mascarilla en todo momento cuando estamos a 30 grados a la sombra. La aceptación de esa medida radical depende mucho de la perspectiva subjetiva de la pandemia del coronavirus. Para las personas que regentan un bar o una tienda, que trabajan en el sector del turismo o de la cultura probablemente la obligación de la mascarilla y otras restricciones van demasiado lejos. A otros que tienen en su hogar a una persona mayor, inmunodeficiente o de un grupo de riesgo elevado, la prevención no será nunca lo suficientemente estricta. La juventud por su parte, en su fase de "Sturm und Drang", no se está tomando muy en serio las medidas de prevención. Eso puede parecer irresponsable, pero también lógico en el ambiente de "viva la vida" del verano, después de meses de aislamiento y de exámenes en condiciones muy complicadas.
El Sars-CoV-2 ha puesto la pistola en el pecho de la política y de la sociedad exigiendo: "¡La bolsa o la vida!" O se salva la economía o se salvan vidas. Las dos cosas parece que no puede ser, un dilema moral. No hay una panacea en esta crisis del coronavirus, como mucho una vacuna, y ésta se hará esperar. De modo que no nos queda otra que aguantar estos meses, con mascarilla, con distancia, con sentido común, y entrando de vez en cuando también en la perspectiva subjetiva de otros.