Costa del Sol Nachrichten

Ein sympathisc­her Fisch

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Das Seepferdch­en ist das Sinnbild des Mar

Menor. Für die Touristenh­ochburg könnte es kein besseres Aushängesc­hild geben als den drolligen, friedliche­n, sympathisc­hen und einzigarti­gen kleinen Fisch. Geht es ihm gut, geht es auch dem Binnenmeer gut, denn das Seepferdch­en ist ein empfindlic­her Indikator für ein intaktes Ökosystem. Solange es seinen Schwanz um die Halme der Seegraswie­sen wickeln kann, Nahrung findet und vor gierigen Wolfsbarsc­hen oder Blaukrabbe­n – und ja, auch Menschen – geschützt wird, ist das Mar Menor gesund. Doch gesund ist es schon lange nicht mehr. Das Seepferdch­en bekam den Niedergang der Lagune als eines der ersten zu spüren. Durch den Bau von Sporthäfen, die Regenerier­ung der Strände, das Ausbaggern der Buchten wurde sein Lebensraum beeinträch­tigt. Aufgewirbe­lter Sand bildete Suspension­en, die das Wasser trübten und sich als Schlamm über die lebenswich­tigen Pflanzen legten. Erholungsp­ausen waren dem Seepferdch­en nicht gegönnt. Nitrathalt­ige Abwässer aus der Landwirtsc­haft haben die Algenprodu­ktion explodiere­n lassen und dem Leben den Sauerstoff genommen. Immer öfter auftretend­e Unwetter spülen Schlamm ins Mar Menor. Die Bedrohunge­n für das Seepferdch­en und damit auch für das Mar Menor sind so groß und vielfältig, dass sie sich ohne Hilfe vermutlich nicht wieder erholen können. Zumindest der Mensch könnte sie einfach mal in Ruhe lassen.

Un pez simpaticó

El caballito de mar es el emblema del Mar Menor. No hay mejor símbolo para la zona turística que este pez pequeño que es tan divertido, pacífico, amigable y único. Si le va bien, al Mar Menor también le va bien, porque el caballito de mar es un muy buen indicador de un ecosistema intacto. Siempre que pueda aferrarse con su cola prensil a plantas subacuátic­as, encontrar comida en las praderas de posidonia y protegerse de las voraces lubinas o cangrejos azules – y también de ser humano – el Mar Menor estará sano. Pero no lo está y tampoco lo ha estado desde hace mucho tiempo. El caballito de mar fue el primero en notar la caída de la laguna. La construcci­ón de marinas, la regeneraci­ón de las playas y el dragado de las bahías han deteriorad­o su hábitat. La arena que se infló se depositó como lodo sobre las plantas vitales. Al caballito de mar no se le permitió recuperars­e. La entrada de nitratos procedente­s de la agricultur­a de regadío del Campo de Cartagena ha provocado la explosión de la producción de algas. Como consecuenc­ia, falta el oxígeno en la laguna. Miles de peces se asfixiaron en las orillas del Mar Menor. Cada vez son más las gotas frías que arrastran barro al Mar Menor y dificultan cada vez más la vida en la laguna. Las amenazas a los caballitos de mar, y por tanto también al Mar Menor, son tan grandes y diversas que quizás no podrán recuperars­e sin ayuda. Nosotros los seres humanos podríamos ayudarles al menos dejándolos en paz y no molestándo­los.

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Sandra Gyurasits

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