Eine Frage der Moral
Der Skandal um die irregulären Impfungen zieht sich quer durch Spanien. Bei der Planung der Impfkampagne wurde entweder nicht bedacht oder ignoriert, dass bei jedem Einsatz eine Anzahl x von Impfdosen übrig bleiben würde. Es hätte dafür gesorgt werden müssen, dass sich Personen bereithalten, die den Schutz dringend benötigen. Auf Anhieb fallen einem dafür dutzende Personengruppen ein, als Letztes Politiker. Nun steht die Behauptung im Raum, die Gesundheitsbehörden hätten Politikern gezielt die Impfung angeboten. Wenn dem so ist, würde das zeigen, wie tief das AmigoDenken bei den offiziellen Stellen immer noch verankert ist. Die Entscheidung lag aber letztendlich bei den Geimpften selbst. Sie hätten ein solches Angebot niemals annehmen dürfen, das verbietet schlichtweg die Moral – dass sie es doch getan haben, sagt viel über das Selbstverständnis aus, mit dem sie auf sich und ihren Posten blicken. Ein Zeichen setzen müssen jetzt die Parteien. Sie können einen Bürgermeister zwar nicht seines Amtes entheben, aber sie können gehörig Druck ausüben und den Parteiausschluss in die Wege leiten. Vor allem aber müssen die Geimpften selbst ein Zeichen setzen. Einige – viel zu wenige – Politiker sind mittlerweile zurückgetreten. Andere – viel zu viele – rechtfertigen sich mit fadenscheinigen Argumenten, und tun das mit einer Arroganz, als wäre so ein Pieks nichts Besonderes. Ist er aber – nämlich eine Frage der Moral.
Una cuestión de moral
El escándalo de las vacunaciones irregulares atraviesa toda España. En la planificación de la campaña de vacunación no se pensó, o se ignoró, que en cada sesión sobraría un número indefinido de dosis. Para ellas, se tendría que haber previsto tener disponibles a personas que necesiten esa protección con más urgencia. Espontáneamente me vienen a la mente docenas de grupos de personas, los últimos en los que pensaría son los políticos. Se suele afirmar que fueron las administraciones sanitarias las que les ofrecieron las vacunas a los políticos. Si así fuera, mostraría hasta dónde llega el amiguismo en los organismos oficiales. Sin embargo, la última decisión le corresponde siempre a los vacunados. Nunca deberían haber aceptado tales ofrecimientos, lo prohíbe simplemente la moral, y el que lo haya hecho, dice mucho de la manera de cómo se ven a ellos mismos e interpretan sus puestos. Son los partidos los que deben actuar ahora. No podrán relevar a un alcalde de su cargo, pero pueden presionar bastante en ese sentido y pueden también tramitar su expulsión del partido. Pero sobre todo deberían ser los mismos vacunados los que señalen el camino. Algunos políticos – muy pocos – han dimitido ya. Otros – demasiados – se justifican con argumentos poco convincentes y lo hacen además con arrogancia, como si el pinchazo no fuera gran cosa. Pero lo es – es una cuestión de moral.