Auf Trauernde hören
Vorab: Als Mann, der nie die physische Erfahrung einer Schwangerschaft sowie eines „leeren Mutterleibs“machen wird, sollte man sich eines reduzierten Blickwinkels in diesen Fragen bewusst sein. Aber die emotionalen Erfahrungen, die man hierbei als Mann schon machen kann, sind wohl auch nicht zu unterschätzen. Eine unbeachtete Gruppe bleiben in unserer Kultur jedenfalls die Kinder, die vor der Geburt sterben, sowie die Eltern, die um sie trauern. Wie tückisch das ist, teilen Betroffene in immer organisierterer Weise mit – und das ist gut. Denn eine tiefe Trauer um einen lieben Verstorbenen bewältigt man nicht, wenn man sie tabuisiert. Diese Erkenntnis liefert in Spanien unter anderem die Historische Erinnerung, die es Familien gewährleistet, Angehörige selbst nach Jahrzehnten endlich würdig zu begraben. Aber sind die Winzlinge, die das Licht der Welt noch nicht gesehen haben, mit älteren Verstorbenen vergleichbar? Zumindest bejahen dies betroffene Mütter, Väter, Familien. Durchaus recht gibt ihnen die heutige Wissenschaft und Technik, die mit beachtlichen Erkenntnissen und 4D-Ultraschallbildern das Wunder des frühen Lebens nachweist. Nein, mit Achselzucken hinzunehmen, wenn ein solches Menschlein stirbt, das ist eigentlich nicht mehr zeitgemäß. Auf Trauernde sollte unsere Kultur verstärkt hören. Ja, es tut weh. Aber wenn es ohne Anklagen, sondern mit Empathie und Demut geschieht, kann es viel Heilung bringen.
Stefan Wieczorek
Escuchar a los afectados
En primer lugar: como hombre que nunca va vivir la experiencia física de un embarazo, ni de „un vientre materno vacío“, se debe ser consciente del reducido punto de vista en esas cuestiones, aunque tampoco se deben menospreciar las experiencias emocionales que se pueden vivir al respecto. Un grupo invisible en nuestra cultura son los bebés fallecidos antes de nacer, al igual que los padres que lloran su muerte. Lo trágico que es eso, lo comentan afectados de manera cada vez más organizada, lo cual está bien. Porque una profunda tristeza por un ser querido fallecido no se supera convirtiéndolo en un tabú. Eso lo demuestra en España, por ejemplo, la Ley de Memoria Histórica, que garantiza a las familias poder enterrar a parientes de manera digna, incluso después de décadas. ¿Pero son los pequeños todavía no nacidos comparables con fallecidos adultos? Lo afirman al menos madres, padres y familias afectadas. Y les da la razón la ciencia y tecnología actual, que confirma con sorprendentes conocimientos y ecografías en 4D el milagro de la vida prematura. No, aceptar con un encogimiento de hombros cuando fallece un pequeño humano, ya no es acorde a nuestro tiempo. Nuestra cultura debería escuchar más a los afectados. Sí, eso duele. Pero si sucede sin acusaciones, con empatía y con humildad, puede traer mucha cura.