Adiós a María João Pires
La gran pianista se retira. Nos quedan sus grabaciones
Este miércoles pensábamos deleitarnos, una vez más, escuchando a María João Pires: estaba anunciada en el Auditorio Nacional, para tocar el concierto para piano de Schumann. Nuestro gozo en un pozo: la pianista ha anunciado que ya se ha retirado definitivamente.
Un vídeo suyo ha tenido miles de visitas: toca en Viena, con la orquesta de la Concertgebouw, dirigida por Riccardo Chailly (como es un concierto informal, él lleva una toalla al cuello). Inicia la orquesta los acordes de un concierto de Mozart y la pianista, desesperada, se cubre la cara con las manos: le dice al director que ella se ha equivocado, ha preparado… otro concierto de Mozart. Chailly la anima, mientras sigue tocando la orquesta: «Puedes hacerlo. Este concierto ya lo has tocado la pasada temporada». En los tres minutos que dura la introducción, ella duda, esboza un gesto de angustia, se acaricia la barbilla. Llega, al fin, el momento de la solista… y ella comienza a tocar, tan maravillosamente como siempre. Así, hasta el final: una interpretación impecable.
No son los alardes lo característico de la Pires, todo lo contrario. Evita cualquier atisbo de teatralidad. Busca la sencillez, la hondura, un sonido que sea «más adaptado a la naturaleza de la música». Considera que la música es «un lenguaje espiritual», un instrumento para mejorar el mundo.
Tiene ya 77 años: empezó a tocar a los 3. Mide apenas 1’60, sus manos son diminutas. Logró convertir en best-sellers los Nocturnos de Chopin, los Impromptus de Schubert. Siempre ha sido una rebelde. Dejó la Deutsche, la compañía discográfica más importante, porque, en un disco, una artista aparecía en una actitud que le pareció ajena a la música. Fracasó en su intento pedagógico y se fue de Portugal. Suele tocar con una especie de túnica, como una tímida hippy que se ha hecho mayor. Pero se acerca al piano y logra algo admirable: «Enciendo luces», ha dicho. Esas luces nos seguirán iluminando, en las grabaciones de María João Pires.
No hace alardes. Evita cualquier atisbo de teatralidad. Busca la sencillez, la hondura