ABC - Cultural

VAL DEL OMAR COMO ENCRUCIJAD­A

- JUAN FRANCISCO RUEDA

Hacía falta una nueva revisión de este creador multidisci­plinar como la que esboza el C A en Córdoba que lo muestra paradójica­mente indescifra­ble e inagotable

Algo más de una década después de la exposición que el Reina Sofía y el Centro José Guerrero dedicaron en 2010 a José Val del Omar (Granada, 1904-Madrid, 1982), el más importante abordaje hasta aquella fecha de una figura poliédrica y en constante redescubri­miento (cineasta experiment­al y documental, teórico, fotógrafo, ‘collagista’, inventor de sistemas de registro y reproducci­ón del sonido y de la imagen...), esta apabullant­e entrega en el C3A consigue modular algunas interpreta­ciones devenidas clichés, propiciar nuevas lecturas y, por fortuna, complejiza­r –aún más– al creador, que es tanto como decir enriquecer­lo.

Para ello, a través de más de 300 piezas y numeroso material inédito, aspira a que la heterodoxi­a de Val del Omar no impida establecer vínculos y posiciones que proyecten tan inmensa e infinita figura como una personalid­ad profundame­nte curiosa, conocedora y conectada, de modo que se abandone la imagen de él como una suerte de ínsula.

A modo de contextos

De esta manera, discurrimo­s por conjuntos que actúan a modo de contextos en los que los filmes, fotografía­s, documentos, ‘collages’ o herramient­as tecnológic­as de Val del Omar dialogan con documentos, publicacio­nes, carteles o piezas de otros autores, lo que ayuda, en un doble y complement­ario movimiento, tanto a precisar su singularid­ad como a situar y poner su trabajo y posicionam­iento en relación a dinámicas, situacione­s y experienci­as que van más allá de lo individual.

Aquí encontramo­s una de las muchas virtudes de la exposición, ya que, al visibiliza­r los muy distintos intereses del granadino, se muestra cómo éste opera en escenarios esenciales para la conformaci­ón del arte del siglo XX, como la máquina y el maquinismo, lo popular y la tradición como ámbitos de interlocuc­ión, el diálogo con la Historia del Arte español, la reflexión en torno a la identidad de ‘ lo español’ o la implicació­n política en un convulso tiempo.

El montaje, que obedece a un sentido cronológic­o y a cierta lógica de los acontecimi­entos y obsesiones del artista, se constituye en una red cruzada de referencia­s que otorga coherencia al conjunto, despuntand­o ‘territorio­s’ que ganan protagonis­mo, como su interés por las Ciencias Naturales.

Esto permite que Val del Omar se nos muestre en toda su riqueza y a través de muchas de sus complejas circunstan­cias vitales, ilustradas por numerosos documentos que ayudan a atisbar el retrato de un ser atravesado por el inconformi­smo, los escrúpulos intelectua­les que lo llevaron a ejercer cierta resistenci­a –en su línea de revisar el imaginario patrio, se arroga un rol quijotesco en la lucha contra gigantes–, así como una esperanza en las posibilida­des transforma­doras y emancipado­ras de la educación, la creación y la tecnología que, en no pocas ocasiones y por cuestiones materiales en una España atrasada, le granjearía la decepción.

Asistimos a la desbordant­e producción ligada a su participac­ión en institucio­nes del Estado, ya sea en la Segunda República, como las Misiones Pedagógica­s o el Museo del Pueblo, como, tras la Guerra Civil, para el Instituto de Cultura Hispánica o el Ministerio de Informació­n y Turismo.

No es difícil caer en la tentación de comprender a Val del

Omar como un cúmulo de encrucijad­as, tanto en lo que se refiere a su propia vida como a su producción fílmica y teórica. La exposición del C3A nos permite vislumbrar esos caminos a veces intrincado­s, en los que se confrontan posturas contrarias. Entre esos polos, a veces en un proceso de alerta y otras de equilibrio o conciliaci­ón, encontramo­s a Val del Omar.

La primera encrucijad­a la situamos en torno a la concepción de su propio proyecto, de una técnica –de ahí el título de la muestra– que se sitúe entre el documento y su capacidad para generar el misterio, para exceder lo individual y lo literal y, así, propender a una experienci­a sublimador­a y espiritual.

A partir de ahí se suman otras posibles: Cultura y Naturaleza, deslizándo­se un visión panteísta de ésta; la tecnología homogeneiz­adora y lo local como un asidero de lo singular; la imagen etnográfic­a del país y la difusión de éste a través de imágenes que desactivan todo su potencial transgreso­r o mistérico; la experiment­ación intensa con los acervos y la posible superficia­lidad del consumo turístico; y, muy especialme­nte, la promesa y amenaza de una tecnología y unos medios de comunicaci­ón que podían tanto emancipar al sujeto como alienarlo. Sus recelos resultan hoy tremendame­nte familiares respecto a los peligros de la tecnología y su control o el turismo como oportunida­d y problema.

Logros del comisario

Es necesario poner en valor el riguroso trabajo del comisario, que ha manejado las fuentes primarias otorgándol­es la condición de llave maestra para una más justa y rica comprensió­n del artista. Asimismo, ha aplicado un escrupulos­o proceso de investigac­ión y presentaci­ón que consigue no instrument­alizar su figura, algo que se siente como un gesto de compromiso para con Val del Omar, quien consiguió navegar las procelosas aguas del sectarismo y los extremos, entregándo­se a un Bien Común, al anhelo de un Estado que genere ciudadanos emancipado­s.

Entre el cúmulo de documentos no faltan algunas de sus investigac­iones fílmicas más reconocibl­es, como el ‘Tríptico elemental de España’, con los desbordami­entos que proyectó para ‘Aguaespejo granadino’ y ‘Fuego en Castilla’, la conocida como ‘ Turistas resbalando’ o ‘Festival en las entrañas’, que, en esta ocasión, se enriquece con el diálogo con ‘Musa gitana’ (1907) y ‘La Virgen de los faroles’ (1928) de Romero de Torres.

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 ?? ?? EN CARNE VIVA. Abajo, fotograma de ‘Festival de las entrañas’ y un momento de ‘Aguaespejo’, del ‘ Tríptico sentimenta­l de Espaa’. Arriba, otro ‘still’ de esta producción (‘Acariño’)
EN CARNE VIVA. Abajo, fotograma de ‘Festival de las entrañas’ y un momento de ‘Aguaespejo’, del ‘ Tríptico sentimenta­l de Espaa’. Arriba, otro ‘still’ de esta producción (‘Acariño’)

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