UNA PASIÓN DE BACH
Comparto con Pedro G. Cuartango una monomanía ‘semanasantil’: la Pasiónn Según San Mateo de J. S. Bach. Recuerdo que hablamos de ello tras la pandemia, porque en aquel marzo de 2020 del primer confinamiento estuve viendo en bucle la versión de Simon Rattle y la Filarmónica de Berlín, con una escenificación de Peter Sellars, que ofrecían en abierto. Nada más emocionante. Es una de las obras capitales de la historia de la música. El viejo compositor alemán construyó un edificio de sonidos a la altura del empeño, contar la Pasión de Cristo, jugando con referencias de los populares corales de la liturgia protestante. En aquellos años de tribulación, con la pandemia, la escucha cobraba sentidos evidentes de esperanza y compasión, emociones que luego se mitigaron con la llamada ‘nueva normalidad’. Hace unos días escuché en el Auditorio Nacional otra versión, alejada del sonido de la gran orquesta romántica, con la pequeña orquesta barroca de Friburgo. En este formato tan reducido de instrumentos originales la intimidad con la música es punzante, los equilibrios sonoros, casi imposibles, permiten contemplar la arquitectura desnuda y asombrosa de la música de Bach. Con la salvedad de algún desliz –en ‘Erbarme dich, mein Gott’– la escucha produjo una emoción colectiva restallante en los aplausos. La sala de conciertos no es una iglesia, pero podemos compartir el reflejo de aquella fe perfecta del barroco para no olvidar la que hoy tanto necesitamos: la fe en la humanidad. La vieja normalidad de Bach consuela.