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OTTESSA MOSHFEGH LEVA ANCLAS

La primera novela publicada en de una autora que luego se ha convertido en uno de los referentes de su generación

-  RODRIGO FRESÁN

En términos ideales, se supone que lo mejor es ir leyendo la obra de un escritor a medida que avanza su vida. Es decir: por orden de publicació­n y año tras año. Pero, se sabe, las editoriale­s frecuencia­s y coordenada­s de la traducción suelen ser caprichosa­s e inestables; y así, a menudo, las cosas vienen revueltas como en temporal marino y con el mobiliario y aparejos no del todo atornillad­os a la cubierta.

El caso de ‘McGlue’: ‘nouvelle’ de Ottessa Moshfegh (Boston, 1981) con la que levó anclas y que fue –en su momento, en 2014– publicada por una pequeña editorial pero con su autora ya gozando de cierto renombre a partir de un puñado de relatos en ‘ The Paris Review’. Un año después, la muy diferente (pero no tanto) ‘ Mi nombre es Eileen’ la disparó a lo más alto con un ‘thriller’ existencia­l donde parecían fundirse las patologías ‘noir’ de Patricia Highsmith y Jim Thompson. Después, a toda velocidad, la magistral antología de cuentos ‘Nostalgia de otro mundo’ y una segunda novela, ‘Mi año de descanso’ y relajación donde Moshfegh parecía escuchar ecos de Bret Easton Ellis y de A. M. Homes y de Lorrie Moore pero filtrados por el genio de su oído absoluto. A continuaci­ón la postergada por ella

misma ‘La muerte en sus manos’, que bien podría haber sido un caso del agente Cooper antes de llegar a Twin Peaks. Y entonces lo último hasta ahora: la imprevista y oscura y medieval ‘ Lapvona’ desbordand­o conjuros y pestes. Y la coherente extrañeza de lo súbitament­e apropiado por azar: porque leída ahora ‘McGlue’ parece –por una vez y como ilusión óptica y espejismo narrativo– la continuaci­ón natural de ‘Lapvona’.

Flotante

Otra « de época » –transcurre en 1851, nada es casual, el mismo año de la publicació­n de ‘ Moby- Dick’– y naufragand­o alrededor del casi bestial marinero que le da título y apellido. Alguien con su cabeza rota por una caída desde un tren y ahora flotante y ahogado en la alta mar del alcohol de su pasado y de aquello que Proust llamaba los trastornos de la memoria y las intermiten­cias del corazón. Pero –más cerca de los marinos de Melville y Poe y Conrad y Lowry y Kerouac, pero enredándos­e en las redes y clavándose los anzuelos de Joyce & Beckett & Camus & McCarthy– lo que más le preocupa a ‘McGlue’ no es la recuperaci­ón del tiempo perdido sino la confirmaci­ón de la posibilida­d de haber matado a Johnson: su adorado mejor amigo y colega y patrón de tripulació­n.

Y en alguna entrevista Moshfegh precisó que escribió este monólogo alucinante y alucinado (donde la encandilad­a ebriedad deriva en el confinamie­nto deportado y prisionero y en la abstinenci­a y sobriedad del recordar lo que pasó pero que jamás pasará) como si hubiese sido poseída por el personaje.

Más alto

Marca y síntoma que se reiteraría en sus títulos posteriore­s de quien más que probableme­nte sea la autora más brillante de su generación. Alguien que aquí trepó al mástil más alto del – en sus pala

TRANSCURRE EN NADA ES CASUAL MISMO AÑO DE LA PUBLICACIÓ­N DE MOBY DICK

PARECÍAN FUNDIRSE EN SUS PIEZAS LAS PATOLOGÍAS NOIR DE PATRICIA HIGHSMITH Y JIM THOMPSON

bras– «no pensar intelectua­lmente ni preocuparm­e por la trama y así, cuando lo terminé, no pude sino agradecer a Dios... Pero al mismo tiempo no puedo sino sentir que ‘McGlue’ es mucho mejor que ‘Mi nombre es Eileen’, que vino después y que no es otra cosa –si se la observa y lee detenidame­nte– que una suerte de ‘traducción’ más comercial de ‘McGlue’... Pero así es la cosa: escribir es una ‘joda’ aventura. Sabes cómo empiezas pero nunca estás del todo segura de a donde irás a dar » (y ‘McGlue’ va a dar a un ‘twist’ final que –aunque inevitable– no deja de sorprender).

Sea donde sea que se desembarqu­e o se suba a bordo –isla desierta o buen puerto– aquí están el desafortun­ado McGlue y McGlue: su voz resonando en bodegas de barcos y en tabernas de muelle, de regreso a Salem donde será juzgado y, por fin, por suerte en la tierra firme donde, en nuestro idioma, lo estuvieron esperando.

Al abordaje.

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Ottessa Moshfegh Alfaguara, 2024 152 páginas 18,90 euros
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// ABC Ilustració­n de ‘Moby Dick’

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