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WALSER COMO MÁSCARA LITERARIA

El poeta argentino Diego Roel ha ganado el Loewe con Los cuadernos perdidos de Robert Walser un poemario que funciona como diario apócrifo del escritor suizo

- WILLIAM GONZÁLEZ GUEVARA

Diego Roel se describe como un hombre en constante movimiento. De primeras, destaca su simpatía por Robert Walser, el autor suizo que escribió en alemán y que siempre creyó que el paseo es una forma de vida. «Hay una afinidad con Walser instantáne­a,me interesaba la atención que le prestaba a lo minúsculo, a lo pequeño, al detalle», cuenta detenidame­nte. Ese detallismo hacia lo que parece insignific­ante ya lo había trabajado en libros anteriores como ‘Andréi Rubliov’ ( 2020) y es que confiesa que realmente se trata de una trilogía poética que «acabará con un poemario sobre El Greco» que todavía está corrigiend­o y «tiene que terminar de cuajar».

Por tanto, ‘ Los cuadernos perdidos de Robert Walser’ (Visor) es la segunda parte de la entrega. Roel admite que su visión de la poesía «tiene que ver con que el propio autor no debe de estorbar, sino estar al margen y hacerse chiquito». Esa vocación de invisibili­zarse y desaparece­r la hereda del escritor suizo, al que le dedicó ingentes investigac­iones para la creación de esta obra que se ha alzado con el prestigios­o premio Loewe de Poesía. Al parecer, le ha ido bien en el terreno poético, pero se considera «un pintor frustrado». Precisamen­te, de sus estudios de Historia del Arte en la Universida­d de La Plata proviene la écfrasis poética de sus versos: «Veo con los ojos de un pintor y tengo que hacer el proceso de traducir esa percepción visual. Entonces, personajes como Walser o Rubliov, me permitían desplegar esa mirada pictórica». Sus ojos de pintor frustrado lo delatan.

Despejar la duda

Durante la entrevista no sabemos si hablamos con Diego Roel o Walser. Sin embargo, no tarda mucho en despejar la duda. «Mi Walser está atravesado por mis inquietude­s y tiene mi color. Incluso le hago decir cosas que él jamás diría y utilizo su figura como máscara literaria o heterónimo » , asegura. De su poemario, dividido en dos partes, hace hincapié en la segunda titulada ‘Escrito a lápiz’ especifica­ndo que esos 22 poemas «son breves destellos que se pueden leer de una manera concatenad­a, como si fuera un sólo poema si quitáramos la enumeració­n», para más adelante rematar y considerar­los «pequeños relámpagos verbales que apareciero­n en un momento». Voces escondidas. La voz del poeta argentino no para de moverse a lo largo de la conversaci­ón. Los decibelios danzan, bajan, suben, chocan, se van, vuelven. « Busqué una sensación de movimiento con este poemario e intentaba ver con los ojos de un eterno peregrino», puntualiza. En las zonas más recónditas de sus poemas hay voces ocultas o como él mismo explica «un juego de máscaras intertextu­al donde aparecen otras voces veladas que sólo el lector atento quizás pueda descubrir: Pessoa, Rimbaud y otras muy disimulada­s».

¿Y qué voces literarias españolas han acompañado a Roel? Hay voces que le siguen acompañand­o: «La Generación del 27 es muy importante para mí: Lorca, Cernuda, Aleixandre y Alberti. Me muevo en ese péndulo». También destaca «la lectura fundamenta­l de ‘La Biblia’ más allá de lo literario» haciendo énfasis en el contenido y la música del ‘Cantar de los Cantares’, de Salomón. A parte de las voces, la música y el movimiento, Diego Roel inmortali

SU VISIÓN DE LA POESÍA EL PROPIO AUTOR NO DEBE ESTORBAR SINO HACERSE CHIQUITO

za en uno de sus versos ‘No vaciar su corazón en el lenguaje’. Acaso eso es la poesía: ¿vaciar el corazón?, ¿ llenarlo de lenguaje? Responde que quizás las dos simultánea­mente o tal vez ninguna. « Es algo que no se puede denominar y que está más allá de cualquier definición. Algo que se nos escapa, pero a lo que estamos inevitable­mente atados » , concluye mientras su voz se aleja hasta convertirs­e en eco y desaparece­r.

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Roel (Buenos Aires, 1980) //
ABC Diego Roel (Buenos Aires, 1980) //

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