JESUS CARRASCO ELOGIO DE LA VIDA RETIRADA
Galardonada con el Premio Biblioteca Breve esta novela es un libro singular original que habría sido mejor si no se dispersara
En su cuarta novela, Jesús Carrasco, asimila elementos de las dos mejores suyas, de las que reúne ingredientes de estilo. De la primera, titulada ‘Intemperie’, que fue su gran éxito, restablece la idea de un estilo plegado a la inmediatez de la naturaleza, algo arcaico, fuera de toda moda, y planteado como un desafío a la narratividad misma. De la última novela, ‘Llévame a casa’ toma elementos narrativos de una autobiografía personal. ‘ Elogio de las manos’ es un libro singular, original, que podría haber sido mejor si no se dispersara al final por la necesidad de dar cuenta de su autobiografía familiar, lo que dificulta la unidad tonal y estilística conseguida durante las primeras doscientas páginas.
Este crítico se ha preguntado por qué no dejó el libro en ese momento, el anterior a narrar sus estancias en Edimburgo, cuya crónica me parece desdibuja bastante lo conseguido. Da gusto, para empezar, observar que un autor de hoy es capaz de plantear un libro como desarrollo de un gran tópico clásico, el ‘Beatus ille’, que hemos conocido como «Vida retirada». Dichoso aquel a quien es suficiente una vieja casa, unos humildes enseres, y pasar la vida de austeridad casi monacal en una aldea retirada de la costa andaluza, reparando la vieja casa que un amigo le ha prestado en tanto es derribada para levantar en la finca circundante apartamentos.
La crisis demoró ese final durante varios años. De ellos los que más interesan, precisamente por no dispersarse en ninguna otra cosa, es lo que Carrasco decide hacer: aprender a no ser dependiente de ningún oficio, y hacerlo todo con sus manos. La obra discurre entonces por un derrotero singular muy bien narrado, capaz de hacer que el lector se entretenga en mil y una variaciones de las reparaciones varias que en forma de albañilería, fontanería, carpintería y finalmente electricidad consiguen que algo viejo y desmañado, que se cae a pedazos, resulte importante.
Derroteros
La primera mitad del libro, precisamente por estar concentrada en esta dignidad del vínculo de palabras y cosas, me ha parecido magnífica y reveladora de un escritor que sabe lo que quiere hacer. Muy de tarde en tarde, introduce alguna referencia a libros de ensayo o de poesía que le ayudan a vertebrar su opción, pero no es libro culturalista. Me ha parecido curioso que el mayor valor que esta novela tiene a mi juicio provenga de lo que no quiere ser: metaliteratura. Sin quererlo, ‘Elogio de las manos’ edifica un homenaje a la actividad de escribir como un desafío personal, entregado a la orfebrería de una llamada individual e individualista, ajena a las modas y con un punto de afirmación arcaizante. Es un ejercicio personal que adeuda más a Azorín (en los primores de lo vulgar) o a Georges Perec, que a Delibes.
Las más excelentes páginas que a la postre le revelan como escritor bien dotado, son aquellas en que se pierde en detalles nimios. Por así decirlo, es un libro magnífico cuando su poética es la de las cosas y no de los sucesos o mejor no hay nada que suceda más importante que las cosas que nos rodean. Cuando la novela pierde ese eje vertebrador, languidece.
EDIFICA UN HOMENAJE A LA ACTIVIDAD DE ESCRIBIR COMO UN DESAFÍO PERSONAL