A ritmo frenético
SantiagoMontobbio reivindica la vida física, la disposición a gozar el mar, el sol, los pequeños placeres que rodean al creador
Santiago Montobbio (Barcelona, 1966) produjo en torno a sus 20 años una abundante obra poética que la crítica acogió con calor por su fuerza y sinceridad y que ha seguido acumulando lectores: versos torturados en el fondo y la forma quesepreguntansobrelanaturaleza de la vida y la creación, escritos de un tirón, sin corregir ni una coma, poseído el autor por una inspiración arrolladora que de pronto, un buen día, lo abandonó y lo dejó seco de lo que para él es la razón de la existencia, el arte, la creación.
Aesehuracánlesiguieronveinte años de calma chicha, de silencio, que llenó con un paciente trabajo de edición hasta conseguir ver pu- y todos ellos en la histórica colección El Bardo, que también se encargará de completar la tetralogía.
Estos poemas de Montobbio reflejan en el fondo y en la forma la otra cara de su obra de juventud: la misma sorpresa ante el rapto de la inspiración, la misma actitud de entrega al hecho artístico, la consideración de la poesía como una rama laica de la soteriología –la ciencia de la salvación–. Pero ahora la furia se torna en reflexión; la música, alma del verso libre de Montobbio, fluye en general en un discurso más relajado: en la presentación del libro en Barcelona, Klaas Wijnsma, traductor al holandés de la obra de Montobbio, cuando ex-