Diario de Almeria

¿De qué se habla cuando no se habla de adelanto electoral?

Si la presidenta Susana Díaz toma la decisión de adelantar los comicios autonómico­s será consecuenc­ia, exclusivam­ente, de un cálculo electoral Y habrá que esperar hasta septiembre

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Los socialista­s andaluces llevan meses pidiéndole a Díaz el adelanto electoral Que la oposición en Andalucía esté patas arribas suele ser un hecho habitual

LOS socialista­s andaluces, que siempre han sabido mucho de estrategia­s políticas, dicen que sería bueno adelantar las elecciones para aprovechar el estado de gracia del Gobierno de Pedro Sánchez, no sea que se le acabe la gracia antes de marzo del año que viene, que es para cuando están previstos los comicios autonómico­s. Se lo dicen al oído a Susana Díaz un día sí y el otro también. Son los mismos socialista­s andaluces que en mayo, cuando Sánchez ni tenía Gobierno ni gracia alguna para ellos, tronaban por adelantar las elecciones para no hacerlas coincidir con las generales, ya que entendían que acudir junto al líder del PSOE iba a poner en peligro los resultados en esta comunidad autónoma. El caso es que a los socialista­s andaluces, ya sea por Sánchez en caída libre o ya sea por Sánchez en la cresta de la ola, llevan meses pidiéndole a la presidenta de la Junta que ponga fin a la legislatur­a y convoque elecciones antes de que finalice el año, siempre lo más lejos posible de las que se presente Sánchez.

Con todo lo que han rajado los socialista­s andaluces del secretario general y lo mucho que hicieron para que dejara de estar, resulta hasta paradójico que su ascensión a los cielos del Gobierno de España sea ahora una gran baza electoral para ellos. Y que decidan dar por finalizada la legislatur­a con el fin de aprovechar­se del viento de cola que les llega desde Madrid. Cuentan que este hecho va a ocurrir, pero que la decisión será a vueltas del verano, con las primeras encuestas de septiembre. Si al final se produce, el mandato de Susana Díaz al frente de la Junta, políticame­nte hablando, habrá estado condiciona­do por su principal rival en el PSOE. A vencerlo en las primarias se dedicó con entrega durante el primer año de mandato; a distanciar­se de él en el segundo; a ningunearl­o, de nuevo, cuando decayó en las encuestas como líder del PSOE y a subirse ahora a la ola de su Ejecutivo para lograr réditos electorale­s.

Durante los casi 40 años que lleva gobernando de forma ininterrum­pida, el PSOE andaluz no ha desaprovec­hado nunca las oportunida­des que ha tenido para adecuar las fechas de las elecciones autonómica­s a sus convenienc­ias electorale­s, ya fuera convocándo­las conjuntame­nte con las generales cuando su partido estaba en al- za, o haciéndola­s por separado cuando la marca iba a la baja. De oportunida­d saben un rato en el PSOE andaluz, en general, y más todavía Susana Díaz, en particular. Ella acentuó su liderazgo en 2015 tras forzar una crisis con su socio de Gobierno, Izquierda Unida, para convocar elecciones autonómica­s con el patio de la oposición hecho unos zorros: el líder del PP, Juanma Moreno, aterrizand­o en Andalucía y Podemos y Ciudadanos con todas sus estructura­s por crear.

Con todo, que la oposición en Andalucía esté patas arribas suele ser un hecho habitual. Si gobernar desgasta, más desgaste tiene alcanzar casi los 40 años sin tocar poder regional. El PP, hasta ahora el principal partido de oposición en la comunidad autónoma, vuelve a pillarle un posible adelanto electoral con el pie cambiado. La crisis abierta por la salida de Mariano Rajoy aún está por ce- rrar y la apuesta de la cúpula popular en Andalucía ha sido tan evidente hacia una de las candidatas en litigio, que puede ocurrir de todo si al final Soraya Sáenz de Santamaría no es la designada. No pocos líos tienen en Podemos. La conf luencia con Izquierda Unida está prácticame­nte cerrada en esta comunidad autónoma, pero el frente que se le ha abierto a Teresa Rodríguez con la dirección nacional está lejos de solucionar­se y amenaza en acabar en marea. Y cuando digo marea no se trata de una metáfora.

En Ciudadanos están tan convencido­s de que habrá adelanto electoral, que se han puesto deprisa y corriendo a celebrar este fin de semana las primarias en el partido para refrendar a Juan Marín como candidato. Si por ellos fuera, las elecciones hubieran sido hace ya unos meses. Con adelanto electoral o sin él, a Ciudadanos en Andalucía le advirtie- ron desde Madrid que había que cerrar cualquier atisbo de resistenci­a interna a la nominación de Marín y este domingo ponen fin a las primarias más rápidas nunca convocadas y ejecutadas.

La presidenta de la Junta tiene Gobierno, una mayoría estable que le garantiza Ciudadanos y un presupuest­o para todo 2018, fácilmente prorrogabl­e para los primeros meses de 2019. Por eso, si Susana Díaz toma la decisión de adelantar los comicios será consecuenc­ia, exclusivam­ente, de un cálculo electoral. Una estrategia de la que se lleva hablando tanto tiempo, que parece que no se habla de otra cosa desde hace meses y que ha dejado en un segundo plano el drama del paro, la crisis del sistema sanitario público, los recortes en educación o la necesidad de cambiar el modelo de financiaci­ón, por citar algunos ejemplos.

De ahí que habría que preguntars­e: ¿de qué se habla en el Parlamento de Andalucía, cuando sus políticos no hablan de adelanto electoral? En general, de pocas cosas. En una legislatur­a donde los líos internos de los partidos y los debates nacionales se han llevado por delante meses y meses de polémicas en un mandato de tránsito.

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