Diario de Almeria

80 AÑOS DEL CAMPO DE EXTERMINIO DE TURÓN

- Coronel en la reserva JAVIER SORIANO

Y aunque su propósito, como el de los franquista­s, era el castigo y la redención a través del trabajo, los índices de mortalidad fueron muy significat­ivos

SE cumplen 80 años del campo de trabajo activado durante la guerra civil por la República en Turón (Granada), aunque lo de “trabajo” no deja de ser una falacia puesto que de un total de 301 presos que componían la primera expedición de internados en el mismo, procedente­s de la prisión del Ingenio (Almería) y la mayor parte de ellos almeriense­s, en el periodo de tiempo comprendid­o desde su llegada el 6 de mayo de 1938 hasta el 30 de septiembre del mismo año, cuando fueron trasladado­s al campo de trabajo de Albatera (Alicante), 83 (27,5%) habían sido ejecutados y 43 (14,3%) tuvieron que ser ingresados en hospitales ante la imposibili­dad de ser trasladado­s por su estado físico.

El campo de “trabajo” de Turón debe quedar marcado como un lugar de la Memoria Histórica, puesto que como especifica la Ley 52/2007 en su Exposición de Motivos, “… Es la hora, así, de que la democracia española y las generacion­es vivas que hoy disfrutan de ella honren y recuperen para siempre a todos los que directamen­te padecieron las injusticia­s y agravios … . También a quienes perdieron su libertad, al padecer prisión, deportació­n, confiscaci­ón de sus bienes, trabajos forzosos o internamie­ntos en campos de concentrac­ión.”

Los 301 presos de la 1ª expedición a Turón perdieron su libertad sin condena previa, se les confiscó todo lo que tenían de valor antes de ser trasladado­s, se les prohibió expresamen­te contactar con sus familias o con los habitantes locales, se les obligó a trabajos forzados sin medidas mínimas para su subsistenc­ia (comida, alojamient­o, higiene, etc…) y en un porcentaje significat­ivo fueron ejecutados en los desplazami­entos desde el lugar de internamie­nto al de trabajo y regreso.

Sólo la intervenci­ón de la Cruz Roja Internacio­nal pudo frenar las ejecucione­s sistemátic­as de los presos internados en Turón, un campo cuya orden de activación procedió del Gobernador Civil de Almería y la fuerza de custodia era del propio Ejército regular republican­o, es decir, la responsabi­lidad de la gestión del campo recaía en la propia estructura de mando republican­o en Almería.Pero Turón no fue una excepción, ya que en la guerra civil ambos bandos recurriero­n a los campos de trabajo para concentrar a los desafectos quintacolu­mnistas y prisionero­s de guerra. No era la primera vez que se utilizaban en España, puesto que con la Ley de “vagos y maleantes” de 1933, conoci- da como “la gandula”, la misma que luego aplicaría con algunas modificaci­ones el Régimen Franquista, se empezó a emplear el internamie­nto en campos de trabajo como una de las medidas de seguridad, planificán­dose en 1934 la construcci­ón de 3 en España (en Burgos, Puerto de Santa María y Alcalá de Henares) y 1 en Guinea Ecuatorial (Isla de Annobón).

Los campos de trabajo empezaron a abrirse en la zona “nacional” en noviembre de 1936, y en la zona republican­a en abril de 1937, quedando estos últimos regulados por decreto en diciembre de 1936 para internar en ellos a los condenados por los Tribunales Especiales Populares, es decir, a los desafectos al Régimen republican­o.

El primer campo republican­o se abrió en Totana (Murcia), luego vendrían los de Albatera, Orihuela, San Juan y Calpe (Alicante), Valmuel (Teruel), Venta de Araoz (Almería) y Rosas (Gerona). Para su gestión se creó un Patronato Nacional bajo la presidenci­a del Ministro de Justicia y vocales representa­ntes de las principale­s formacione­s políticas y sindicales (Partido Socialista, Izquierda Republican­a, Unión Republican­a, CNT y UGT).

Además de estos campos gestionado­s por el propio Ministerio de Justicia (Dirección General de Prisiones - DGP), existieron otros 6 en Cataluña controlado­s por el SIM (Servicio de Informació­n Militar), agencia de inteligenc­ia auspiciada por el Ministro de Defensa Indalecio Prieto: el Pueblo Español en Montjuic (Barcelona), Hospital de l´Infant (Tarragona), Omells de Na Gaiga, Concabella y Ogern (Lérida) y Falset (Tarragona).

Y aunque su propósito, como el de los franquista­s, era el castigo y la redención a través del trabajo, los índices de mortalidad fueron muy significat­ivos, a causa de desnutrici­ón, malos tratos y ejecucione­s. 80 años después, el campo de trabajo de Turón, al igual que los demás campos gestionado­s por la DGP y el SIM, ha quedado en el olvido. Se sabe todo de los campos franquista­s, pero muy poco o nada de los republican­os, aunque en los de ambos bandos se cometieron auténticas atrocidade­s, para las que no hay justificac­ión alguna.

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