Diario de Almeria

Djokovic se asoma a los grandes

El serbio castiga el desgaste de Anderson y se sitúa a un Grand Slam de Sampras, a 4 de Nadal y a 7 de Federer

- Miguel Luengo (Efe) LONDRES

El serbio Novak Djokovic no tuvo rival en el surafrican­o Kevin Anderson, y le venció por 6-2, 6-2 y 76 (3) en dos horas y 16 minutos, en una final desigual, para ganar el título de Wimbledon por cuarta vez y el quinto en hierba de su carrera.

Triunfador en el All England Club antes en 2011-14-15, Djokovic lleva ya 13 títulos del Grand Slam, el último de ellos desde Roland Garros en 2016, y 69 en el total de su carrera. Tras una gran exhibición, aunque tuvo que salvar dos puntos de set en el décimo juego del tercer parcial y otros tres en el duodécimo, todos ellos con su servicio, Djokovic mostró su alegría de una forma poco habitual. Se arrodilló en la pista y luego, tras abrazar a su rival se comió unas briznas de hierba, en una pista en la que tuvo que abandonar el pasado año en cuartos cuando perdía ante el checo Tomas Berdych, por 7-6 (2) y 2-0, debido a una lesión en el codo derecho.

Djokovic está ya a un grande del estadounid­ense Pete Sampras, a cuatro del español Rafael Nadal y a siete del suizo Roger Federer.

Esta victoria conlleva un cheque por 2,5 millones de euros y Djokovic regresará hoy al puesto 10 del mundo, el más alto desde mayo de este año cuando descendió al 22, quedando fuera de los 20 primeros, por primera vez en 11 años.

El serbio se ha convertido en el campeón con ránking más bajo en ganar el título desde el croata Goran Ivanisevic en 2001, cuando era el 125. Y también el de clasificac­ión más baja en hacerse con un Grand Slam, desde el argentino Gastón Gaudio, entonces 44, ganando Roland Garros en 2004.

Los cuatro títulos de Wimbledon le sirven para igualar con Reggie Doherty, Rod Laver y Anthony Wilding. Su triunfo le da la razón tras volver con su entrenador de siempre, el eslovaco Marian Vajda a comienzos de la temporada de tierra batida. Ya con Vajda en su equipo ha logrado las semifinale­s de Roma, la tercera ronda de Montecarlo, y la final de Queen’s, ya sobre hierba.

Por tercera vez consecutiv­a, la final masculina se cerró con sólo tres sets de lucha, tal y como sucedió en la de 2016 con el británico Andy Murray, campeón ante el canadiense Milos Raonic, y la del año pasado, con Roger Federer ante el croata Marin Cilic.

Anderson, finalista en la del Abierto de Estados Unidos el pasado año, no pudo dar más de sí. Había ganado en octavos al francés Gael Monfils en cuatro sets, y por primera vez, y luego mantuvo dos titánicas luchas, contra Federer en cuartos, levantando una bola de partido, y contra el estadounid­ense John Isner, en estos dos últimos duelos a cinco mangas. Contra el americano, ganando el tercer partido más largo de la historia, de seis horas y 30 minutos, y el más largo disputado nunca antes en la pista central de Wimbledon. Había llegado Anderson a la final, sin fuerzas, con 21 horas y un minuto de trabajo, mientras que Djokovic ne- cesitó 15 horas y 34 minutos, cinco horas y 15 minutos (en dos días) de ellos contra el español Rafael Nadal en semifinale­s.

Su cuerpo estaba tan magullado que a las cuatro de la madrugada del viernes al sábado se despertó con intensos dolores en los pies y tuvo que llamar a su fisio, el portugués Carlos Costa, con quien trabaja desde hace dos años, para que le tratara durante hora y media.

Pero su orgullo y el sueño de convertirs­e en el primer surafrican­o en ganar Wimbledon, segundo en triunfar en el Grand Slam (Johan Kriek en el Abierto de Australia de 1981) y el segundo africano en triunfar en el All England Club (Jaroslav Drobny, representa­ndo a Egipto, lo ganó en 1954), le sirvió para sobreponer­se al dolor.

Y así saltó a la pista a luchar contra un rival que le había derrotado ya dos veces antes en este torneo (2011 y 2015) y cinco de las seis veces que se habían enfrentado.

Djokovic concedió pocas opciones. Ganó sin hacer nada especial, salvando los cinco puntos de set en el tercer parcial, con sólo 13 errores no forzados, rompiendo al gigante de Johannesbu­rgo (2,03 metros) en 4 ocasiones y sin ceder su saque las 4 veces que Anderson dispuso. El público, sabedor del gran desgaste que Anderson había realizado hasta llegar a la final, se puso descaradam­ente a su lado, aplaudiend­o a rabiar cada punto suyo como si fuera una hazaña, como cuando logró, tras una hora y 44 minutos, su primer punto de rotura (4-3 en el tercer set), o los 5 puntos de set que sumó en total.

Novak Djokovic Tenista No hay mejor lugar para regresar; es fácil hablar ahora, pero tuve que confiar en mí”

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NEIL HALL / EFE Djokovic celebra su triunfo en el segundo set.

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