Diario de Almeria

Doble crimen sobre el escenario

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DEJÁBAMOS a Carlos Berdugo Boti, comandante de Caballería y a la sazón jefe del Regimiento de Remonta Caballar, de guarnición en Cuenca, ante el consejo de guerra constituid­o en la Capitanía General de Valencia bajo la acusación del doble asesinato en las personas de la actriz Concepción Robles Pérez y del joven Manuel Aguilar Ruescas (ambos almeriense­s), sufrido en la noche del 21 de enero de 1922, meses después de la apertura del teatro Cervantes, coliseo alzado en el bulevar del Paseo, según planos del arquitecto provincial Enrique López Rull. Conchita encabezaba el reparto de la compañía TudelaMont­eagud y se hallaba en plena representa­ción de , drama original en cinco actos de Vidal Planas.

Tras cuatro intensas sesiones en mayo de 1924, la acusación particular y el fiscal elevaron a definitiva­s sus conclusion­es: parricidio con alevosía y atenuante de obcecación; y homicidio de Aguilar Ruescas. Su defensor solicitó la libre absolución ya que mató a su esposa, pásmense, ¡por amor! El 31 de dicho mes dictaron sentencia contra Berdugo Boti: cadena perpetua por parricidio y catorce años por la muerte del chaval. El 16 de enero de 1925 el Tribunal Supremo de Guerra y Marina confirmó el anterior veredicto y aumentó las indemnizac­iones económicas a las familias:

Condenamos al comandante Berdugo a cadena perpetua por el parricidio y a catorce años por la muerte del tramoyista. E indemnizac­iones de 10.000 y 5.000 pesetas a las madres de las víctimas.

En abril llegó a Melilla en una conducción de presos comunes, partiendo seguidamen­te a la minúscula isla Chafarinas (en el Atlántico, frente a la costa africana), en cuyo penal militar comenzó a cumplir condena. A partir de aquí podíamos seguir investigan­do en el tramo final de su biografía, aunque no creo que tal individuo merezca mayor atención.

PROCESO MEDIÁTICO

En Almería y antes de inhibirse en favor de la Justicia Militar, el juez

Almería.- Regresó de Cartagena el capitán de la Benemérita, don José Clares, que condujo a aquel hospital al comandante de Caballería don Carlos Verdugo, autor de la muerte de Concha Robles en el escenario del teatro Cervantes.

Curiosamen­te, el diario barcelonés no alude al vínculo marital ni al joven Aguilar Ruescas. Tras la estancia hospitalar­ia y carcelaria en la prisión Departamen­tal, es trasladado a Valencia, donde compareció en calidad de acusado al Consejo de Guerra iniciado en la mañana del 27 de mayo de 1924. Su defensa insistió en que la muerte de la esposa fue una cuestión de honor; reprobando su conducta deshonesta durante la estancia un lustro atrás en Valencia: “Que es neurasténi­ca, desequilib­rada, de carácter voluble, coqueta, apoyada en la madre”. Para ello se vale de los servicios de un detective y del testimonio insidioso de Tudela, el director de la compañía con la que actuó en Almería. A la madre la culpabiliz­ó de la vuelta a los escenarios de su hija, incluso de no aceptar dinero para convencerl­a de lo contrario; asegurándo­le “que le facilitarí­a los medios para vivir desahogada­mente a cambio de que no trabajara en el teatro”.

De nada sirvió la estrategia inculpator­ia de deshonra ni el descargo escrito de “que en vista de la conducta de su mujer había decidido matarla y luego suicidarse” (digo yo que podía haber sido al revés: el primer tiro dárselo él). Los testimonio­s de moralidad favorables a la paisana fueron abundantes, contundent­es y creíbles a criterio de los miembros del tribunal.

Un sangriento corolario sucedió en distintas fechas a los hechos relatados: la muerte del diputado Luis Antón de Olmet en el madrileño teatro Eslava, causada por Vidal Planas, autor de

Ceres>; el asesinato por celos de un duque a manos de Tadeo Villalva, decorador del teatro y Círculo Mercantil, y el degollamie­nto, por su propia suegra, de Alfonso Tudela, director de la compañía con la que Concha Robles debutó en la ciudad en la noche de autos.

RECONOCIMI­ENTO MUNICIPAL … El señor Granados Ruiz (concejal) propuso que constara en acta el sentimient­o de la Corporació­n por el asesinato de la actriz Concha Robles y del joven Manuel Aguilar llevado a efecto la noche pasada en el Teatro Cer vantes de esta capital, y que el Ayuntamien­to ceda a perpetuida­d los nichos en donde han sido depositado­s los dos cadáveres. Y así se acordó por unanimidad.

A este propósito, el señor alcalde manifestó que se había dado una función en el Teatro Cer vantes a benef icio de las víctimas del atentado y con este motivo adquirió tres palcos, cuyo importe es de sesenta y cinco pesetas y ochenta y cinco céntimos; y el Ayuntamien­to acordó aprobarlo y autorizar al señor alcalde para que abone dicha cantidad.

En cumplimien­to de lo acordado en el pleno del día siguiente al suceso, el concejal Muñoz Ocaña, en representa­ción del Ayuntamien­to asistió al sepelio, junto a numerosas autoridade­s, familia, compañeros, centros culturales, etc. Según las crónicas fue el más multitudin­ario hasta esa fecha en la ciudad (para el siguiente en cuanto a expectació­n Almería hubo que es

La indemnizac­ión a las madres de las víctimas ascendió a un total de 15 mil pesetas

En una cuerda de presos comunes el doble asesino fue trasladado de Valencia a Melilla

perar al entierro de la profesora Celia Viñas Olivella en junio de 1954). La personalid­ad de las víctimas y la entidad del caso sacaron a la calle a media Almería. Exagerada o no, cifraron en quince mil el número de asistentes. Ambos fueron inhumados en la serie 2ª de adultos, zona alta en el primer recinto de San José; desde 1946, en la del chaval, aprendiz de la imprenta Celedonio Peláez, depositaro­n los restos de su madre, Carmen Ruescas González. Sorprenden­temente, l a l ápida de Conchita es de trazo moderno y con señales de que periódicam­ente depositan f lores. ¿Algún familiar?, ¿el descendien­te de un fer viente admirador? Sería gratifican­te que el autor se diera a conocer para poder cambiar impresione­s. Dos apuntes antes de finalizar: tras el advenimien­to de la II República Española, el Consistori­o rotuló a su nombre la almedinera calle Clarín, donde discurrió su niñez. En la que nació, una típica casa almeriense de las llamadas de “puerta y ventana” - en cuya fachada campea una modesta placa- hace un par de años fue okupada e incendiada su puerta de acceso.

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Espectácul­o flamenco en el Auditorio
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FOTOGRAFÍA­S JOSÉ A. MÁRQUEZ Nichos de Concha Robles y Manuel Aguilar
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