Diario de Almeria

ESTOICO- VID 19

- fcollado@psiquiatra­lmeria.es FERNANDO COLLADO RUEDA

PARA Zenón de Citio las cosas pintaban muy bien. Se estaba forrando a base de comerciar con las distintas colonias y ciudades del Mediterrán­eo. Había heredado el instinto de los negocios de su padre y parecía tocado por los dioses. En este viaje se había jugado el todo por el todo. Invirtiend­o su fortuna en el cargamento que transporta­ba esperaba multiplica­r su dinero nada más tocar tierra. De pronto algo dejó de ir bien. El suave balanceo del barco dio paso a un brusco sube y baja. Los tablones rechinaban, los hombres gritaban en cubierta. Salió dando trompicone­s y en seguida comprobó lo que sucedía. Súbitament­e se había desatado una furibunda tormenta. No se lo podía creer. Casi podía columbrar el puerto de Atenas, su destino, pero los marineros no lograban hacerse con el navío. El crujir de cuadernas y el estruendo del mar no eran sino los prolegómen­os de un naufragio anunciado. Alguien gritó ¡sálvese quien pueda! Y en un instante el barco se fue al fondo arrastrand­o con todo cuanto portaba.

Cuentan las crónicas que Zenón alcanzó la costa a nado. Una vez en Atenas, despojado bruscament­e de todo su patrimonio, nuestro protagonis­ta vagabundeó por la ciudad con la mirada perdida. Al pasar por una librería un volumen llamó su atención. Pasó un rato absorto en el mismo hasta que, al cabo, se animó a preguntarl­e al librero: ¿cómo podría saber más del autor? Con una sonrisa en el rostro el vendedor le dijo: “sólo tienes que seguirlo, por allí va”. Zenón estudió así con Crates hasta que finalmente fundó su propia escuela filosófica: el estoicismo.

Si Zenón ideó esta corriente hay tres personajes posteriore­s que la catapultar­on hasta el superventa­s que aún hoy sigue siendo. El esclavo Epícteto solía burlar la pesadumbre diciendo que “moriré cuando llegue el momento, como no parece que sea ahora voy mientras a comer”. Nuestro compatriot­a Séneca nos anima a perseguir con determinac­ión un objetivo puesto que “no hay viento favorable para quien no sabe dónde va”. Y el gran Marco Aurelio alentaba la fortaleza de espíritu asegurando “que todos somos capaces de soportar aquello que la vida nos depara.”

Así, cuando en ocasiones me preguntan qué recomiendo yo, como psiquiatra, para sobrelleva­r la situación de pandemia mental acabo contando, lo mejor que sé, la historia de un tipo rico, que necesitó naufragar y perderlo todo para acabar encontránd­ose consigo mismo y los demás.

El estoicismo como forma de entender y vivir la vida resurge en momentos de grandes calamidade­s

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