Diario de Almeria

ARRIMADAS, CANTANDO FLAMENCO EN UN TABLAO

- Catedrátic­o de Lengua Española de la Universida­d de Almería

CON su cara de niña bien y repipi, con sus vestidos de boutique, con sus peinados de peluquería cara, con sus maquillaje­s de actriz de Hollywood, sin ser Ing r id Bergman, con su semblante de empollona de facultad y delegada de curso, con sus ademanes de chica yeyé, con su nombre de teatro del Siglo de Oro, Inés Arrimadas se fue de las R amblas a la puer ta del Sol, sin saber si eran la una o las dos, la madrugada o el alba. Cogió el AVE y dejó a sus votantes en Cataluña como el gallo de Morón: sin plumas y cacareando. Con su mirada de musa, que no ha leído a Pedro Salinas, ni a Jorge Guillén, pensó que la política era igual que el amor, y llegó a la conclusión de que en la car rera de San Jerónimo sería intérprete y oradora, lideresa y candidata a la presidenci­a del Gobierno, ignorando que la resilienci­a de Sánchez era más un libro caligraf iado con la prosa de Irene Lozano que un manual de escaparate. Con su mirada de orgullo y poder, confundió los cerros de Úbeda con la sier ra de Guadar rama, el culo, con las témporas, sucedió a Rivera y creyó que, en veinticuat­ro horas, daría la vuelta a la tor tilla, sin conjeturar que, sin ir a casa Lucio y conocer, rincón por rincón, el bar rio de la Latina, ese giro no se podía hacer con éxito. La chica de buen porte adivinó que, ref lejando su modelo de salón literar io en los espejos del callejón del Gato, sería diosa de la palabra y present adora del telediar io de las tres, sin saber que Leticia, con los apellidos Or tiz Rocasolano, hay nada más que una. La jerezana, que, alguna vez, ver sif icó la puest a de sol de la playa de la Caleta, que, siendo Cádiz, parece La Habana, con más salero, dilapidó su capital político, como si, en lugar de una administra­dora, fuera una der rochadora, tal y como sucede en la película de Leonardo DiCapr io The Wolf of Wall Street. Así, la dama que cautivó en el Parlamento de Cataluña a todos, incluidos los secesionis­tas, después de este tiempo en la capital de la Villa y Corte, hace que rememoremo­s el título de la obra teatral de Miguel Hernández, el poeta oriolano: Quién te ha visto y quién te ve y sombra de lo que eras.

El 14 de febrero se aproxima y, también, el examen para Arrimadas y la formación del color de la naranja y la túnica del budismo. Illa, con su discurso de métrica y grupo fónico y sintaxis de manual, ha tendido las redes de predicador en el caladero de votantes, que fueron de Ciudadanos y ahora no saben y no contestan en su condición de indecisos. La reválida, a la cual se presenta el partido que sembró las avenidas y las calles de las ciudades y los pueblos de España con la esperanza de la nueva política, tiene fec ha. Los resultados dirán si hay una posibilida­d de resur rección o, por el contrario, la oración g ramatical alea iact a est (el dado fue echado), la cual se atribuye a César, quien, en este caso, la pronunció al cr uzar el río Rubicón con sus legiones, vuelve al presente a modo de epílogo de lo que pudo haber sido y no fue. El PSC, el PP y VOX pescan en el río revuelto de unos votos que hoy son incógnita y dilema. Ciudadanos no se da por vencido y espera remontar el vuelo como una hermosa torcaz: la paloma azul grisácea, con luminosas manchas blancas a ambos lados del cuello, la cola más larga que en la paloma bravía y zur ita y manc has alares blancas en for ma de media luna, e ir isaciones verdes y purpúreas en el cuello, que enmarcan la mancha blanca.

Arrimadas, que no ha leído El príncipe de Nicolás Maquiavelo o lo disimula, cometió un error que en política conduce al naufragio: abandonar a sus 35 diputados en el desierto, sin pan y sin cantimplor­a, con el f in de lucirse en Madr id, pensando que era Isabela Hadit o Natalie Portman. Bien pronto, supo que en el hemiciclo las dentellada­s refulgen como los puñales del Romancero gitano para hincársela­s a los cer vatillos. Y a las cer vatillas: por muy guapitas de cara que sean. La aparente doña Inés espera los resultados de las elecciones catalanas (en el caso de que se celebren) para leer las car tas del tarot. Si fracasa, a lo mejor empieza a cantar f lamenco en un tablado de las Ramblas. Que ni Camarón de la Isla, Farruco, Chocolate, Güito, Pansequito, Manolete, Juan Villar, Turronero, Tomatito, Lole y Manuel, Bambino o Manuela Carrasco. ¡Qué digo yo! Ni los taconeos de Francisca Sador nil, la Tati, en sus mejores tiempos.

Arrimadas, que no ha leído El príncipe de Nicolás Maquiavelo o lo disimula, cometió un error que en política conduce al naufragio: abandonar a sus 35 diputados en el desierto

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MANUEL PEÑALVER

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