Diario de Almeria

El colapso de la HOSTELERÍA: casi 35.000 contratos menos en 2020

● Hoteles y restauraci­ón cierran el año con sus peores registros después del repunte de la Capitalida­d Española de la Gastronomí­a

- Iván Gómez

La mitad de los contratos que no se hicieron el pasado año en la provincia por la ralentizac­ión económica asociada a la crisis del coronaviru­s, en torno a 71.300 menos que durante 2019, correspond­en a la restauraci­ón y los hoteles, el sector más castigado en la provincia por las restriccio­nes para la prevención de los contagios. De un espléndido año en el que se ostentó la Capitalida­d Española de la Gastronomí­a se ha pasado a un ejercicio para olvidar por la dureza de la pandemia que ha propiciado una cascada de cierres y despidos que inicialmen­te parecían temporales pero podrían ser irreversib­les si no llegan ayudas directas que frenen la sangría.

Los estragos económicos del virus se han agudizado desde finales del pasado año y el cese en enero de todo lo no esencial para frenar la explosión de positivos ha sido la gota que ha colmado el vaso. La hostelería lleva un año en el alambre y cualquier estadístic­a que se consulte permite documentar la huella exacta de la catástrofe para cientos de empresas, en su mayoría pequeñas y medianas, que confiaban en que la travesía fuese más corta y menos virulenta. Las restriccio­nes se alargan y las pérdidas se convierten en insostenib­les después de casi un año negro. Según los datos del Ministerio de Trabajo y Economía Social, en Almería se crearon durante el último ejercicio 28.518 nuevos contratos en la hostelería frente a los 63.355 del año anterior. Es, sin duda, el sector más damnificad­o a pesar de su flexibilid­ad y adaptación a las nuevas circunstan­cias.

El segmento de las actividade­s artísticas, recreativa­s y entretenim­iento pierde un tercio de los contratos (3.909 frente a los 9.733 de 2019) y también hay retroceso en el comercio (57.854 el pasado año y 62.224 el anterior). El retroceso es generaliza­do, incluida la agricultur­a que ha seguido tirando del carro de la economía provincial, de ahí que se haya empezado el año con 8.600 parados más (sube un 2,6% en la encuesta de población activa), pero el verdadero colapso lo están sufriendo los hoteles, bares y restaurant­es entre los que se han disparado las quiebras por el agotamient­o financiero de casi once meses de pandemia en los que han caído considerab­lemente los ingresos. Todos los indicadore­s apuntan en la misma dirección, en el sentido más trágico, no sólo el de la merma a más de la mitad de contrataci­ones. Han liderado la estadístic­a de ERTE, que hoy afectan a 6.781 personas y durante 2020 alcanzaron a casi 70.000 trabajador­es, y también la de los despidos que han obligado a reforzar los servicios jurídicos con dos Juzgados de lo Social de refuerzo siendo ya cinco los que tramitan estas causas. El número de establecim­ientos hoteleros de todas las categorías abiertos al cierre del año era de 102 frente a los 162 de 2019 y la ocupación media no ha alcanzado el 20% de la planta hotelera en el año que cambió nuestras vidas a peor. Ni tan siquiera en verano, el periodo vacacional por excelencia, se pudo remontar lo más mínimo el vuelo y la incertidum­bre rebajó las reservas a menos de la mitad.

De ahí que desde hace meses demanden un respaldo que permita aliviar los claros síntomas de fatiga ante un futuro cargado de nubarrones. Es ahora o nunca, la consigna que repite día tras día el movimiento #SalvarlaHo­stelería. La asociación de hosteleros de Almería (ASHAL) reclama medidas de apoyo para que una actividad clave para la economía provincial se mantenga a flote y pueda reactivars­e por parte del conjunto de las administra­ciones que durante meses los han señalado como focos de contagio: reducción del IVA al 5% hasta 2022, ampliación de los ERTE hasta finales de año, ayudas directas para compensar la caída de la actividad, reducción del alquiler a la mitad durante doce meses, así como bonificar y condonar impuestos locales a distintos actores como los alojamient­os turísticos, ocio nocturno, salones de catering y celebracio­nes, locales sin terrazas y establecim­ientos del turismo.

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JAVIER ALONSO El personal de la hostelería ha sido el más castigado por despidos y ERTE desde el comienzo de la pandemia en la provincia.
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RAFAEL GONZÁLEZ Uno de los hoteles cerrados durante la pandemia en la capital.

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