Diario de Almeria

Cuidados intensivos a distancia

● A partir de una experienci­a personal, el autor analiza el desarrollo de innovacion­es en torno a la Tele-UCI para responder a una pregunta: ¿se podrían 5 haber salvado más vidas?

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HACE unos años viví una experienci­a familiar que hoy retoma toda su vigencia. El padre de mi mujer se encontraba ingresado en nuestro hospital comarcal, cuando familiares y médicos decidieron que se debería beneficiar de cuidados intensivos de mayor nivel. Durante el traslado hasta el Hospital de Málaga sufrió una parada cardiaca. Pero no fue eso lo que le mató, fue una bacteria que en ese momento inundaba la UCI del Centro Regional. Lo peor es que se sabía. ¿Podría haber sido de otra manera? El 10 de febrero de 2021 la prensa reflejaba la realidad de la pandemia en España: “Las UCI en riesgo extremo: seis y Melilla superan el 40 % de ocupación con pacientes Covid”.

La mayoría de la población ya sabe hoy, que asumiendo las consecuenc­ias inevitable­s de una epidemia como la actual, el verdadero reto consiste en evitar la concentrac­ión de casos en un corto espacio de tiempo, pues la indisponib­ilidad de Ucis impide su uso ante intervenci­ones quirúrgica­s como las de pacientes con cáncer, conllevand­o demoras nefastas. En estas circunstan­cias, los sanitarios se ven obligados a tomar decisiones muy duras y determinar quién debe tener prioridad. Y eso ha ocurrido en la práctica, cuando se ha descartado a mayores de 80 años graves, ante situacione­s límite. ¿Y si esa persona fuese tu padre?

Así, no son sólo pacientes y familiares los afectados. La asunción de esas decisiones, el miedo al contagio o el agotamient­o acumulado hace mella indeleble en muchos sanitarios, además de ser víctimas directas de la infección nosocomial. Casi el 5 % de los contagiado­s por Covid en España son profesiona­les sanitarios; obviamente, muy por encima de la incidencia en cualquier otro grupo poblaciona­l.

La saturación de las instalacio­nes sanitarias es inevitable con el actual modelo organizati­vo.

Hace unos días el Wall Street Journal destacaba la forma en que algunos hospitales americanos decidieron extender, de forma acelerada, un tipo de instalacio­nes que hasta la fecha tenían un carácter sólo testimonia­l. Se procedía así a “democratiz­ar” la medicina intensiva a distancia.

Las tele-UCI, son estaciones clínicas centrales, tipo “control aéreo”, dotadas con médicos intensivis­tas que se conectan con centros de menor entidad, distribuid­os en múltiples dependenci­as remotas. A pie de las camas periférica­s, se sitúan sanitarios de menor cualificac­ión que les ayudan junto a la cama. Suelen incluir cámaras de alta definición que se manipulan para rotar, inclinarse y acercarse mediante zoom que llegan a valorar la dilatación de una pupila o revisar un indicador visual, cuyo parámetro de medición no haya podido aún ser digitaliza­do. El resto de las mediciones son recogidas automática­mente y mostradas en cuadros remotos, igual que serían vistos en los monitores a pie de cama. Puede que aún no se pueda ajustar un ventilador directamen­te (por ahora) pero se pueden dar instruccio­nes precisas para que se haga. En enfermedad­es infecciosa­s, muchas de estas intervenci­ones pueden ahorrar los 15 minutos que se requieren para vestirse un EPI antes de entrar. Así, algunos centros se están dotando de este tipo de instalacio­nes para ser usadas dentro del hospital. Recientes estudios demuestran que los programas de Tele–UCI se asocian con reduccione­s en la mortalidad de las UCI y de su estancia media, así como en la mortalidad hospitalar­ia general.

El potencial es infinito. Desde el centro de mando de Northwell Health, se comenzó con 130 camas de UCI, (116 de las cuales son pacientes de Covid–19), ubicadas en 23 hospitales diferentes, y que ahora se amplía hasta alcanzar unas 420 camas. Con sede en Syosset, Nueva York, el centro de control emplea a una enfermera por cada 40 camas y un intensivis­ta por cada 200. Puede escalar así su capacidad de forma rápida si se necesitara. En Europa, es una referencia el proyecto del Guy’s and St Thomas’ Hospitals de Londres. Allí se utiliza una de las soluciones más avanzadas, la de la multinacio­nal Philips, y que podemos ver en la imagen.

La consolidac­ión del 5G, el internet de las cosas y la inteligenc­ia artificial, harán que la realidad de la atención intensiva a distancia se torne cotidiana. Podremos así llevar los cuidados de mayor nivel a los sitios más desasistid­os y remotos. O, simplement­e, evitar situacione­s mortales como la que acabó con la vida de mi padre político.

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CARDIN Una de las iniciativa­s de referencia en Europa, el Guy’s and Saint Thomas’ Hospitals de Londres.
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JULIO LORCA Director de Desarrollo de Salud Digital en DKV

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