Las variantes obligan a no variar
La autoridad sanitaria europea recomienda demorar la flexibilización de las restricciones por la incertidumbre causada por las nuevas cepas
La supervivencia en el planeta obliga a esfuerzos descomunales a sus habitantes, sea un ser humano o sea un virus. Toda evolución tiene su carga. Si en el caso de los homínidos, la adaptación facilitó hace decenas de miles de años que los individuos que pasaron de la posición cuadrúpeda a la bípeda se dotaran de una ventaja evolutiva respecto a sus semejantes, gracias a la adaptación al medio, reproduciéndose con más éxito hasta hacerse dominantes; en el caso del coronavirus, las mutaciones que facilitan la mejor transmisión sin aniquilar al hospedador –el hombre– relanza a la especie a mayores cotas de supervivencia. Los microorganismos se limitan a un proceso de evolución bioquímica.
Es justo lo que está ocurriendo con las nuevas variantes del SARS-CoV-2, el virus que causa el Covid-19. La llamada cepa británica (B.1.1.7), la sudafricana (B.1.351) y la brasileña (P.1) están peleando en estos instantes por la predominancia en el medio. Todos luchan por ser la variante alfa, como ha sucedido con las mutaciones del coronavirus surgidas desde marzo. El problema radica en la naturaleza de estas nuevas variantes. Sin haber certezas aún, pues la ciencia requiere de datos sometidos a experimentos revisados por toda la comunidad de investigadores, todo apunta a que las nuevas cepas son más transmisibles –más letales por tanto– y que saben escapar a la inmunidad provocada por la infección natural –des
pués de haber pasado la enfermedad– y aun a las vacunas actualmente autorizadas.
Es la última advertencia que hace el Centro Europeo de Control y Prevención de Enfermeda
des (ECDC, por sus siglas en inglés), que ha actualizado por decimocuarta vez la evaluación del riesgo de la pandemia desde el inicio (oficial) de los brotes. En el documento, la autoridad sanitaria de la Unión Europea avisa del riesgo “alto o muy alto” que provoca la circulación de las nuevas variantes del virus en los países miembros.
La Junta de Andalucía, que lleva días previniendo sobre este particular, como recomienda la propia ECDC –en esto no hay innovaciones que valgan–, cuantifica en un máximo del 40% de circulación de la variante británica en la región, principalmente presentes en Granada, Almería y Cádiz. Del resto de cepas no hay noticias. El ECDC, en cualquier caso, desconfía de la baja capacidad de los sistemas de salud para detectarlas
Aún no hay una evidencia científica sobre la evolución de las variantes foráneas en el planeta. Los ensayos se están efectuando en este mismo momento. Lo único disponible ahora mismo son estudios provisionales, sin la revisión por parte de la comunidad científica, que apuntan, en efecto, a la rebeldía de los nuevos especímenes: la cepa de Brasil y la de Sudáfrica, por el momento, están obligando a Pfizer, Moderna y AstraZeneca –los tres laboratorios con licencia en Europa– a modificar sus actuales fórmulas. Parece, según la ECDC, que las nuevas variantes saben esquivar las defensas del sistema inmunitario.
Las nuevas variantes obligan por tanto a no variar las restricciones vigentes. Si de verdad se hacen predominantes –avisa el ECDC–, “las medidas tomadas en enero pueden ser insuficientes para contener el incremento de la mortalidad a finales de febrero, a pesar de la cobertura vacunal”. Hay también una advertencia sobre el plan de vacunas: “Si hay un retraso del 25% en las dosis en dos meses, los efectos de los planes de vacunas podrían verse sustancialmente reducidos”. Y el temor de todos es un cuarto pico como el Tourmalet con el pelotón ya exhausto.