Diario de Almeria

Vida y poesía

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cia. / Era un lugar muy bello, limpio, amable. / Y fue mi casa”.

Pero en 1956 Margarit regresa a Barcelona para estudiar Arquitectu­ra. Con los años, llegaría a ser catedrátic­o de Cálculo de Estructura­s en la Escuela Superior de Arquitectu­ra de dicha ciudad. Precisamen­te Cálculo de estructura­s (2005) es el título de uno de sus libros más representa­tivos. Más de una vez me dijo que un poema se tenía que parecer a un edificio, porque ambos necesitan de buenos cimientos. Una ref lexión hermana de aquella otra de Hemingway sobre cómo la obra literaria que le llega al lector es solo la parte visible del iceberg, porque debajo hay mucho más.

Pero volvamos a Barcelona, a 1962, cuando conoce a Mariona Ribalta (a quien solía llamar Raquel en sus poemas): su compañera y gran amor. Sonrío mientras escribo esto último porque recuerdo cierta ocasión en que llevé a Joan Margarit uno de mis libros, hará como quince años. Estábamos en la terraza de un bar y para mi sorpresa lo empezó a leer allí mismo. De hecho, se leyó todo el libro. Todo. Haciéndome comentario­s cuando lo creía pertinente o repitiendo la lectura en voz alta cuando algún poema le llamaba especialme­nte la atención. Pues bien, al llegar a un texto sobre el comienzo de una relación amorosa y sus expectativ­as, me dijo: “no creo que yo fuera capaz de escribir un poema así”. Y probableme­nte tuviera razón. “Porque amar no es enamorarse”, nos dice en uno de sus últimos poemas publicados. Su amor, el amor que aparece en sus poemas, quiero decir, es un sentimient­o nada condescend­iente aunque muy firme. Y sospecho que en esa firmeza tuvieron mucho que ver Mariona y también sus hijos Mònica, Anna (muerta al poco de nacer), Carles y, por supuesto, Joana.

Joana, que padecía síndrome de Rubinstein-Taybi, falleció en 2002. Entonces, desobedeci­endo una de las reglas sagradas de la poesía (ya lo dijo Bécquer: “cuando siento no escribo”), compuso un libro, Joana, que le acabaría convirtien­do en el poeta catalán más conocido y leído de las últimas décadas. Un referente no sólo en lengua catalana, sino también en castellano, como prueba el hecho de que recienteme­nte le concediera­n el Premio Iberoameri­cano de Poesía Pablo Neruda (2017), el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoameri­cana y el Premio Cervantes, ambos en 2019.

Llegados a este punto, conviene señalar que este recorrido por la biografía de Joan Margarit es también un recorrido por su poesía, que tiene un alto componente biográfico. Probableme­nte sea una de sus caracterís­ticas más reconocibl­es: la dependenci­a y, a la vez, la capacidad para transforma­r la anécdota vital en verso vivo. En la línea de Antonio Machado, Blas de Otero o de la mejor poesía europea de la segunda mitad del siglo XX: Milosz, Szymborska y Tranströme­r, por ejemplo. Y estoy seguro de que seguirá siendo así en el libro inédito que ya será póstumo.

Termino: Margarit me contó una vez que tras la muerte de su hija Joana había encontrado cierta serenidad en la música clásica, de la que era un apasionado desde el día en que su padre se plantó en casa con un tocadiscos (corría el año 1957 o quizá 1958). Una serenidad que se volvió incluso consuelo si se trataba de Schubert. Pues bien, hoy, que suene Schubert.

Su obra tiene un claro componente biográfico. Convertía la anécdota vital en verso vivo

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