JOSÉ LUIS JOSÉ
HAY futbolistas con clase y clase de futbolistas. De la misma manera que hay entrenadores buenos y mejores, dentro de un mosaico muy variado. Pero haber jugado no determina para ser un buen gestor, de caracteres y motivador. Hay ejemplos, que no citaré, en un sentido y otro, sencillamente por el hecho de que estas dos profesiones son bien diferentes. El fútbol es muy complicado, como dice el del anuncio. El jugador hace lo que cree y cree en lo que hace, siempre que la propuesta otorgue resultados. Entonces es cuando el jugador se entrega a su entrenador. El técnico se gana a sus subordinados cuando les convence, pero desde el conocimiento y no por la simpatía. El cargo es una carga para quienes no lo saben gestionar y es una herramienta para quienes ponen su persona por delante del principio de autor idad que les concede esta condición. José Luis Mendilibar, entrenador del Eibar, colgó las botas con 32 años y 497 partidos, la mayoría en Segunda, pero no llegó a jugar en Primera y en el At hletic. Su hoja de ser vicios de 27 años entre banquillos tiene de todo. En la 2005/06, le llegó su momento y se puso al frente del Athletic. La posibilidad de resarcirse de su etapa de jugador no salió bien y su experiencia fue muy breve. Fue destituido en la décima jornada. Cuestionado por este periodista sobre su despido, me llegó a confesar que los jugadores a su cargo no creían en él porque no le habían visto jugar en Primera. José Gomes tampoco despuntó como futbolista y no pasó de Tercera, como le recordó a Paco Gregorio en una entrevista cargada de ‘sustancia’. Pero como entrenador ha pasado por 17 banquillos y 7 países con solo 50 años -Luis Miguel Ramis debutó en Segunda en la UDA con 46 años- y los jugadores creen en él, en lo que dice y hace, porque los resultados le avalan.