MITOS DE NUESTRO TIEMPO
CADA época tiene su propia mitología. Necesitamos algo en que creer, ya sea real o ficticio. Es sano que así sea. El problema es cuando la creencia se convierte en doctrina. Si pensamos en una antigua civilización, idílica, que adora al Dios del Sol, la foto se nos estropea al recordar que en culturas como la azteca llegaron a sacrificar miles de personas para “ofrecérselas” a su Dios. El mito más importante de nuestro tiempo tal vez sea el del crecimiento infinito. Es tan fácil cuestionar este mito que da pudor explicarlo. Si el planeta no es infinito y los recursos tampoco lo son, ¿cómo podemos crecer indefinidamente? A todos nos preocupa ver que la economía se ralentiza, se detiene, o desciende una décima, porque sabemos el sufrimiento que conlleva, pero a nadie se le ocurre que quizá haya que cambiar el sistema económico. Este mito ha llevado a la manipulación de la democracia, ha justificado guerras, invasiones y todo tipo de abusos.
Otro de los mitos más habituales es el que podríamos llamar “mito de la felicidad”. Si alguien no es feliz es porque no ha luchado lo bastante fuerte por sus sueños o no sabe valorar lo que le rodea. Tiene que tomarse la vida de otra manera. No se contemplan las situaciones de exclusión, violencia…, otras relacionadas con lo laboral (salarios ínfimos, condiciones deplorables) o el contexto social. Nada tiene que cambiar. El problema lo tienes tú.
Hay un tercer mito, “made in Spain”, que es en realidad un anti-mito. Hablo de la guerra declarada a todo lo que huela a romanticismo. ¿De verdad todo el romanticismo es malísimo, nefasto? Por supuesto que hay muchas cosas que revisar en un modelo que procede del siglo XIX, pero ¿es tan malo creer en los sentimientos entre dos personas? Si es así, ¿cuál es la alternativa? ¿el amor medieval?, ¿los matrimonios de conveniencia? ¿es mejor no tener ningún modelo que tener uno basado en los sentimientos?
Son solo tres ejemplos. Hay muchos más. No se me ocurre mejor ejercicio en la escuela que desmontar cualquier clase de mito, moderno o antiguo. Quizá lo primero que deberíamos hacer cada día es dedicar una hora a cuestionar las verdades inmutables que se nos ofrecen. Construyendo, pensando en otros modelos posibles, viendo que no hay blancos ni negros, sino una escala infinita de grises… y que cada cual construya sus propias creencias. Hagamos de la conciencia crítica un estilo de vida.
El mito más importante de nuestro tiempo es el del crecimiento infinito. Es tan fácil cuestionarlo que da pudor explicarlo