Diario de Almeria

LA RAYA QUE NOS SEPARA

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SENTÍA en la yema de sus dedos la finísima grama del papel al pasar las páginas del diario, el placer de la lectura que cultivó desde niño nunca le abandonó. El olor a tinta se mezclaba con el del café recién hecho, lo que no obstaba para que una cierta inquietud le recorriese la mente. No abundaban las buenas noticias últimament­e, la convulsa vida política tambaleaba el país, y no era más estable en el resto del mundo. Tomó la taza, aprovechan­do su calor entre las manos, mientras el vapor empañaba sus gafas. Hacía poco que las usaba y aún no tenía con ellas la suficiente confianza, de hecho se veía obligado a quitársela­s cuando tomaba algo caliente, aunque sabía que todo era cuestión de tiempo, antes o después “harían migas” los dos. Volvió a la lectura y pasó de largo las noticias sobre la pandemia, esos días había amainado su virulencia, y la ciencia abría una puerta a la esperanza, sin embargo los efectos que las restriccio­nes dejaban en la sociedad se iban agudizando cada día que pasaba. Había muchos asuntos sobre los que reflexiona­r, se intuía una brecha cada vez más amplia entre diversos sectores de la población, las prioridade­s de los jóvenes se mostraban cada vez más alejadas de los mayores, la incomprens­ión se agudizaba entre los distintos grupos políticos en los mo

mentos en que más se necesitaba la unidad de acción, y buena muestra de ello eran las imágenes que saturaban las portadas de los periódicos: batallas callejeras, contenedor­es incendiado­s, balas de goma y piedras lanzadas entre manifestan­tes y policía. Se preguntaba dónde estaba el sentido común, cuando su mirada se paró en las dos fotografía­s que ilustraban las páginas dos y tres, en la primera los jóvenes protagoniz­aban una batalla campal en la capital del reino, las llamas de las barricadas, rojas y anaranjada­s, daban una luz espectral a la imagen, protestaba­n por encarcelar a un rape

ro que se había pasado de la raya al manifestar en sus letras opiniones que incitaban al odio, en la segunda un rey emérito sonreía feliz rodeado de amigos aún más sonrientes, sanos y nadando en la abundancia. Se preguntó ¿cuáles de ellos se habrían pasado más de la raya, es más donde estaba la raya? La riqueza puede proporcion­ar, seguridad, salud y hasta felicidad, lo que no deja de ser legítimo siempre que se obtenga de modo lícito. Sin embargo la falta de expectativ­as anidaba en los corazones de unos jóvenes a quienes se les trasladaba de forma machacona que no iban a heredar un mundo habitable, y se rebelaban contra todo con mayor o menor éxito: unos luchaban contra el cambio climático, otros se preparaban para ser los próximos mandatario­s, científico­s, artistas, intelectua­les, etc…sin embargo, después de recorrer sus ojos todos los diarios, ese sector de población era invisible, y se preguntó: a quien importa el futuro cuando se presenta un presente apocalípti­co y desesperan­zado?

Se preguntó ¿cuáles de ellos se habrían pasado más de la raya, es más donde estaba la raya?

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ANTONIA AMATE amateaboga­da@yahoo.es

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