Diario de Almeria

La vida vuelve a los bares tras más de un mes de cierre por COVID

La hostelería y comercios de Vera y Antas han sufrido los cierres más largos de la provincia Los empresario­s miran con optimismo al futuro y esperan un pronto regreso la normalidad

- Víctor Visiedo

Sonó el despertado­r bien temprano. Fuera, en la calle, las nubes tapaban el sol y el cielo estaba gris. Un día desapacibl­e en el Levante de la provincia. Pero el de ayer era un día especial. Tras más de un mes de vacaciones forzosas, no deseadas, los hosteleros de Vera y Antas podían al fin volver a levantar la persiana, sacar sillas y mesas a las terrazas y poner en marcha la cafetera.

Estos dos municipios han sido los que han sufrido el más largo de los cierres de actividad no esencial en la provincia de Almería en esta tercera ola de la pandemia. En Antas tuvieron que dejar de trabajar el 17 de enero, después de que los contagios se multiplica­sen exponencia­lmente tras la Navidad. En Vera el cierre llegó solo tres días después. 40 días en uno, 37 en el otro.

Han vuelto con más ganas que nunca. Y la gente ha respondido también. “Ha habido movimiento, pero aún se nota que hay cierre perimetral y no pueden venir de otros pueblos”, cuenta Míriam Martínez, del bar NhaO, en plena Plaza Mayor de Vera. Ella y su marido, Sebastián, decidieron abrir el negocio en plena pandemia, hace apenas tres meses y medio. Cuando muchos locales se ven abocados al cierre, ellos fueron valientes. “Teníamos un dinerito y decidimos invertirlo en esto”. Durante el mes de cierre han seguido dando desayunos para llevar “pero se saca mucho menos de la mitad de beneficio”.

En una mesa, Rafael y Bárbara se toman un quinto y unas tapas. “Ya teníamos ganas”, confiesan. Como Vera sigue confinada perimetral­mente, tienen claros sus planes para este puente: “un poco de sol en la playa y cerveza”.

También en la Plaza Mayor está la cafetería La Clásica. Tras la barra, Susana Plaza prepara los cafés y las tostadas. Ella también ha servido desayunos para llevar durante el cierre. Pero ahora han vuelto a llenarse sus mesas, que dan vida a una Plaza Mayor que si no estaría desierta. “Estas semanas he sacado solo para pagar los gastos; espero que mejore la cosa ahora”, reconoce. Para ello es esencial bajar la incidencia para que puedan volver a Vera los vecinos de toda la comarca.

A pocos metros de la plaza, en la calle Virgen de las Angustias, varias mesas ocupan la puerta del Bar Fuente Nueva. Antonio “El Flores”, tras la barra. Él sí llevaba 37 días sin abrir la persiana. “No nos merecía la pena abrir solo para pedidos”, admite. De hecho, tuvo que hacer un ERTE por cese de actividad. Pero ayer el equipo completo regresó con la esperanza de que la situación vaya recuperand­o la normalidad.

“Vamos tirando mal, a trancas y barrancas”, cuenta mientras sirve unas copas de vino a Sian y Lesley. Ellas, dos británicas afincadas en vera hace cinco y seis años respectiva­mente, también tenían ya ganas de pisar un bar y comerse unas tapas. Esa precisamen­te, “tapas”, es una de las pocas palabras que saben decir en castellano. Pero con eso les basta para hacerse entender.

En el otro extremo del pueblo, frente a la plaza de toros hay un bar que toma su nombre de ésta. Lleva más de 30 años abierto y nunca había vivido una situación tan complicada como la de los últimos meses. Tras la barra y la co

cina del Bar La Plaza estaban, como siempre, Paco, Antonio, Josefa y Remedios. A las tres de la tarde, todas las mesas estaban llenas, tanto dentro del local como en la calle.

En las vitrinas del “bar de Aranda”, como es conocido popularmen­te, nunca faltan la magra con tomate, el pisto de calabacín, la ensaladill­a rusa o los caracoles. Entre los primeros clientes de esta reapertura esperada estaba Ginés Carmona, responsabl­e del restaurant­e Terraza Carmona. “Aquí estamos apoyando a la hostelería veratense”, comenta. Su negocio, el buque insignia de la cocina del Levante Almeriense, aún permanece cerrado. “Esperamos poder reabrir ya cuando desaparezc­a el cierre perimetral”, cuenta. Muchos los esperan con ganas.

Noudir, Elvira, Iván, Fernando, Eloy, Adrián, Beatriz, Chari y su familia... Son solo algunos de los veratenses que no quisieron esperar más y acudir ayer, el primer día tras el cierre, a tomarse algo en su bar o cafetería de toda la vida. Tras la barra y en la cocina están sus vecinos y amigos; los que más están sufriendo en sus carnes las consecuenc­ias de la pandemia. Sus negocios viven sumidos en la incertidum­bre desde hace casi un año. Sin la confianza de sus clientes no tienen futuro. Por eso, su buen hacer —durante tantos años y especialme­nte ahora, cumpliendo escrupulos­amente con las medidas anticovid— encuentra ahora la recompensa de las mesas llenas en estos momentos complicado­s.

Ahora solo les queda mirar al futuro con optimismo. Lo peor ya ha tenido que pasar. Las vacunas dan esperanzas de que en unos meses se pueda volver a una cierta normalidad. Almería tiene muchos tesoros pero uno es, sin lugar a dudas, su gastronomí­a y sus hosteleros. Que sigan estando ahí en la era poscovid depende de todos.

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REPORTAJE FOTOGRÁFIC­O: JAVIER ALONSO Sian y Lesley se toman una copa de vino y unas tapas en el bar Fuente Nueva de Vera.
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En el interior de la cocina de NhaO.
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J. ALONSO Adrián y Beatriz tapeando.
 ?? J. ALONSO ?? Rafael López y Bárbara Martínez brindan en un bar, más de un mes después.
J. ALONSO Rafael López y Bárbara Martínez brindan en un bar, más de un mes después.
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J. ALONSO Chari junto a su familia en la terraza del Bar La Plaza.

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